Mi carpeta de descargas
Escribo para poder descargarme archivos digitalizados de
internet. Es un intercambio justo, creo, yo le digo a una página en blanco
cosas maravillosas que después se transforman en un documento que no tiene
lugar en la web como algo semejante, y gracias a esa magia puedo descargarme un
documento de texto que me interesa, que no significa necesariamente que vaya a
leer. Hay páginas como libroos que no te pide nada a cambio, pero hay páginas
como scribd que sí. No sé qué es lo moralmente correcto, éticamente. Me
confundo a veces con esos términos, ambos quieren legislar sobre lo correcto y
lo que está bien. Que no siempre es lo mismo. Por ejemplo moralmente correcto
sería que yo escriba cualquier sarta de cosas y que genere un documento con eso
con el cual intercambiar por el documento que me interesa. Pero también, lo que
considero que sería éticamente correcto sería generar un documento que esté a
la altura de lo que yo considero que está el documento que quiero descargar.
Pero como no sé, porque al documento no lo conozco, debo
valorarlo por lo que exteriormente se me dice que es. Y mi texto, a su vez, no
puede ser valorado por mí, porque dependería demasiado de mi autoestima, a
saber: he escrito bien durante mucho tiempo, lo que no es garantía de nada, sin
embargo pienso que puedo generar algo de calidad literaria como para que esté
circulando en algún lado y varias personas lo lean y se interesen por ello.
Pero podría escribir, creo, dos párrafos, y eso alcanzaría
para descargar lo que yo quisiera. Sin embargo mi valoración de lo literario es
sobre la extensión, porque en lo extenso está el trabajo, el tiempo dedicado a
algo. Muchos tienen la manía de corregir lo ya escrito, personalmente lo ya
escrito no puede ser valorado por mí, sino desechado. El desecho, el detritus,
si es orgánico, generará un abono que en el humus dará lugar a que la semilla
pueda germinar. Si no es orgánico, podrá ser reciclado para hacer un parque de
diversiones. O bien arrojado al mar. Ahora tienen la ilusión de mandar la
basura a la estratósfera, convencidos que las partículas que forman parte del
mundo pueden contaminar el mundo. Pues no, que si alguna combinación atómica no
se había dado en la realidad no significa que no haya estado en el mundo la
posibilidad de que lo esté. Y la nueva organización de lo terrenal no significa
necesariamente que vaya a ser mala para todo. A saber, antes, cuando un hombre
podía hacer un agujero en la tierra, era para sacar agua. Cuando sacaron el
petróleo no sabían qué hacer con eso. Cuando le dieron a ese aceite una
utilidad, que fue mucha utilidad, empezaron a agujerear y a su manera a sacar
todo lo que estaba ordenado debajo de la tierra y ponerlo arriba de la tierra
en forma de energía y en forma de carretera. Claro, la idea de asfaltar toda la
tierra es absurda, la tierra es necesaria y es posible valorarla porque de ella
la semilla hace el grano. Pero antes de la alimentación en base a la
agricultura, el hombre sólo se alimentaba de la caza y de la pesca, o sea, la cadena alimenticia indicaba que era
carnívoro sobre todo. En definitiva, lo que para algunos es subvertir el orden
y para otros corresponde obedecer a la naturaleza, pues no, tratando de
soslayar toda hipocresía, se trata de nuevos órdenes de lo terrenal. Pero ¿cómo
generaríamos nuevo orden del caos si desecháramos la basura, que entre comillas
es “lo que ya no sirve”, lo que ha sido descartado, si la enviáramos a la
estratosfera?
Este texto no envía a la estratosfera su desecho. Este texto
es el desecho, el detrito, del deseo de descarga de otro texto. Si todo texto
tuviera su otro texto esto sí sería genial, porque estaríamos generando texto
sobre texto incansablemente. Aunque parezca absurdo, eso no es del todo así. No
todo texto genera texto, aunque sí hay una idea de que se generan textos sin
parar. En este mismo instante hay miles de personas que se consideran
escritores, tratando de plasmar su nueva obra, poniendo palabras en el papel,
alimentando el ego y el mito del escritor. Soy escritor tengo que escribir, se
dicen a sí mismos, y hablan de lo que es bueno, de lo que es excelente. Nos olvidamos
de a ratos que vamos a volver a la tierra, y pensamos que hay algo más
importante que eso, que sería el arte, lo que sublima, lo que eleva. En fin, el
mundo se ocupa de ponernos en el lugar que nos corresponde, porque hay un
orden, y ese orden es el orden del mundo, que es mucho más grande y más viejo
que nosotros.
Entonces ¿para qué?, ¿por qué escribir esto? para qué gastar
energías, esfuerzo. Resulta que dicen que usamos un porcentaje muy pequeño del
cerebro. Quiero entender que la actividad consciente de nuestro cerebro
representa un mínimo de esfuerzo del mismo. He sido poco aplicado, y poco
prolijo a la vez en muchas cosas de la vida. Bueno, pongamos por caso cuando
iba a la escuela, no le ponía mucho esmero a nada de lo que no generara en mi
verdadero interés, verdadero placer. Me acuerdo que me sentía parte de esa
generación que empezó a cuestionar el estudio, para qué tenemos que saber esto
si total no nos va a servir para la vida. Éramos en realidad la generación que
empezó a sobrevalorar la vida. En realidad la vida venía sobrevalorada de
antes, pero nosotros crecimos con eso ya, lo naturalizamos como los pibes de
ahora naturalizan la computadora y la electrónica, eso que a nosotros todavía
nos costó aprender, entender, decodificar. Y a la vez que éramos la generación
que sobrevaloraba la vida, éramos contemporáneos de la generación de otro grupo
social que subvaloraba la vida. Matar o morir, acá nada vale nada, tengo
zapatillas de marca. Es el prejuicio de la clase media sobre la clase
proletaria. Me gusta la palabra proletaria. Ayer alguien dijo que los rusos se
fueron de la 1ra guerra mundial porque se les armó la revolución. Y no es extraño,
loco, que si mandaban a los pobres al frente, estos en algún momento se
revelaran e hicieran la revolución. Pienso en cuba, que hizo la revolución
porque eran la puta de estados unidos. Me encanta que en estas latitudes
digamos estados unidos y no digamos América, como otros países que sí le dan
esa entidad. Estados unidos, parece la metáfora justa de algo que está dividido
en el nombre, que dice unido porque naturalmente está separado. Cuba era el
culo abierto de estados unidos, cuando empezó a sangrar el culo hicieron la
revolución. Rusia era el frente abierto de los rusos, cuando vieron sangre en
las trincheras hicieron la revolución. Francia hizo la revolución porque los
burgueses hacían sangrar.
La sangre está en el origen de las cosas que no esconden
hipocresía. La revolución es la mayor sinceridad posible, pero es un punto, un
hito histórico. No dura, porque cuando lo que se establece queda establecido
entonces se necesita una nueva revolución. Es la rueda que gira y el carro que
avanza. Lo que se establece genera texto y ese texto es reescrito. Cuando ya
hay demasiado texto no hay más revolución en tanto el hito quedó en el pasado.
Se necesita una nueva revolución. Pero las revoluciones se producen únicamente
cuando lo rojo de la sangre se manifiesta, entonces pueden pasar siglos sin
cambios, de textos que se generan sin sentido, texto sobre texto como
palimpsestos. Siento una gran libertad al escribir esto.
Cuando concluyo, quizás erróneamente, en estas diéresis del
sistema capitalista, me pregunto cuándo ocurrirá una nueva revolución. Acaso habrán
enviado a la estratósfera, para entonces, la basura. Acaso la tierra permitirá
que el nuevo orden se manifiesta definitiva y abiertamente. Y quién inventará
la bomba que hará que todo explote. Son incógnitas que no estamos llamados a
revelar. Lo único que podría sí revelar entonces es, para estar a la altura del
texto que quiero descargar, la verdad sobre la historia que, tantas veces
contada, siempre fue mal interpretada: la verdad sobre quién mató a la doncella la noche en que abusaron de
ella.
¿Quién mató a la doncella la noche en que abusaron de ella?
Había un milico que contaba la historia a sus subordinados.
Era un progre disfrazado de milico que había sido captado por el papel. Los progres
lo consideraban un traidor, los milicos no sabían quién era pero gozaban de
escucharlo hablar. Era el único que podía traducir cincuenta documentos en una
semana, expedientes que venían de estados unidos con investigaciones secretas
sobre personas peligrosas. El tipo tenía su escritorio lleno de estos
expedientes secretos, porque era el traidor que podría traducirlos. El
expediente sobre la muerte de la doncella estaba primero en la mesa, en la
carátula principal decía: Milena Sidecowsky. A la vuelta la página había un resumen
del caso en el que figuraban los más horribles flagelos cometidos por hombres
sobre mujeres. Pero a su vez detallaba una historia familiar que se remontaba
a, quizás, la edad media. Eso no estaba en el resumen, sino en una carpeta
aparte que el milico progre había apartado de la biblioteca del estado nacional
y lo había puesto a la vista de su vista, porque los milicos no ven más allá de
sus ojos que sirven para ver la realidad.
“Esta, esta es una historia de amor”, les decía el milico
progre, refiriéndose a la doncella asesinada y deshollada viva, luego de ser
violada y embarazada por hombres varios, de las más diversas maneras. Un milico
no tan progre diría que por lo menos había disfrutado antes de ser asesinada, y
eso dignificaría la muerte de una manera solo comparable con la muerte en la
batalla, como la pensaban los griegos. Los milicos creen todavía en la
dignidad, por eso están a favor del narcotráfico y lucran con eso, porque es
más digno y real que tantas otras cosas, como por ejemplo el arte.
“El arte culinario” decía el milico progre “es en todo caso
la más alta de las artes, porque empieza y termina en el mismo acto en que se
realiza la obra”. Hermoso, todo es muy hermoso, pensaban los milicos que
escuchaban emocionados al relator, el milico progre, que escribía a máquina y
decía en voz alta el relato, a la vez. “Oh doncellas del mundo, vosotras sí que
vivís gracias a esta pobrecita que se sacrificó por todas ustedes, veneradla
porque ella lo logró”. El expediente secreto enviado desde los estados unidos,
desde la región de montana, por ahí, en algún lugar, había aterrizado en la
pampa para ser analizado por los más expertos milicos traductores e
interpretadores del mundo. En la pampa húmeda los investigadores policíacos no
necesitan salir de su celda para descifrar las más misteriosas incógnitas que
conmueven a la humanidad.
“Esta es una historia muy vieja, la doncella vivió entre
1722 y 1748”, el milico progre siempre pensó en que alguien debía comprender todos
los casos que en el mundo habían quedado sin soluciones aparentes, sin la
revelación de la verdad. “Cuántos están aun hoy presos, cuántos han muerto en
sus celdas, seres inocentes”, pensaba mientras manejaba su coche superespor por
la ruta 33, que atraviesa la pampa más húmeda y fértil de todo el planeta.
“El rey, fue el rey el que abusó y mató a la princesa”,
gritaban los miliquitos, “no, fue el mayordomo, no, no, fue el jardinero, no,
no fue la reina, fue la perversa reina con cara de pobre y buena”. Todos
arriesgaban. Algunos tomaban apuestas, prometiendo millonarios premios. “Si
gano esta apuesta salgo de pobre, le puse cincomil a que fue el músico de jazz
que viajó en la máquina del tiempo que inventaron en un futuro aún hoy incierto”,
confesaba con seguridad el despachante.
“Queremos saber la verdad ahora” gritaban azorados los
hombres que reunidos alrededor del milico traductor pobre, que decía ser
progre, morían de expectativa. Y el milico los hacía sufrir porque el muy
perverso gozaba del relato. “Yo gozo del relato, así que el que lo quiera
escuchar lo tendrá que escuchar entero. A ver, pelotuditos, ¿quién quiere
escuchar el relato completo?”, se ganaba nuevos enemigos entre los milicos, que
ya lo odiaban porque no podían competir con él.
“Yo, yo quiero” decía un chupamedias medio amanerado que
desde un rincón siempre pensaba que tenía una visión silenciosa y real de todo
el cuartel general. “Entonces Gomez se queda, a ver quién más quiere quedarse”.
En silencio se fueron acomodando alrededor de la máquina de
escribir Olivetti del milico progre que iba a contar la siguiente interesante e
inmortal historia de la doncella que un día caminaba por el bosque, vestida con
un vestido rosa que llegaba hasta las rodillas y unos zapatitos carmesí de
charol. Cantaba una canción de rock nacional, de una bandita nueva de esas de
la plata, esa ciudad absurda que no conoce la ruta 33. Cantaba una canción
entusiasmada, caminando por el bosque lleno de doncellas y de ninfas de los
ríos que se ocupaban de estimular con ideas excitantes a las doncellas que
paseaban, les decían al oído palabras chanchas con ideas absurdas como el sexo
es lo más lindo del mundo, el sexo oral genera mucho placer, el sexo anal te
hará sentir cómo es el cosmos luego del caos. Las ninfas de los ríos luego se
reunían y se reían de cómo les daban ideas que las doncellas realizaban por ahí, seguramente, escondidas, llenas del vergüenza
y a la vez inventándose un placer que quizás fuera real. Esta doncella venía de
recibir un dinero muy importante ya que su padre era comerciante y al tener a
su única hija en la que confiaba más que en su mujer, más que en nadie en el
mundo, le dijo “hija mía, lleva este dinero a la caja del banco tal, y
deposítamelo para siempre”.
El milico sorbía su café con paciencia. Los otros milicos se
ponían nerviosos.
Me cansé
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