lunes, junio 10, 2013

no se puede decir erotismo

qué es el erotismo?
Hay que estar vestidos para hablar de erotismo, porque hay que hablar. Uno sólo puede caer en el error cuando habla del cuerpo, porque las palabras no tienen cabida en el mundo de las manos y los costados. Sin embargo las palabras son como pastillas exitantes, que pueden ayudar a sulfatar la imaginación y ya sabemos que la imaginación es una glándula que segrega un mensaje infinito al cuerpo, que potencia el placer.
Pero qué palabras son aquellas de las que la imaginación se vale para segregar esa "información"? Siempre depende de las particularidades que se hayan planteado en una relación. Nunca uno es el mismo con diferentes personas, eso puede ser difícil de aceptar, pero al mismo tiempo puede ser una idea movilizadora.
Cuántas vidas hubieras querido vivir? Yo hubiera querido varias: por ejemplo, una vez quise ser ruso. Eso es imposible, no conozco Rusia, ni conoceré, pero ponerse en la fría piel de un ruso que se va al campo a trabajar a finales de primavera. O albañil, cuando era chico quería ser albañil. Nunca médico, pero quizás algún médico protagonista de algún libro, quién sabe. Quería ser personaje.
Sin embargo vivimos solamente una vez, y cada día que se nos pasa es un día que se descuenta en una lista finita de días que todavía sobran, pero que poco a poco va develando menor cantidad en los granos de arena. Ante esta perspectiva de los días y el tiempo de descuento me pongo cachondo. Sólo pienso en gozar, y ya mi mano se desliza buscando esa abertura, preguntándose por la humedad.
Le pasará lo mismo? Ella besa y su lengua, al lamer la mía, dice mucho más sobre los días y los relojes. Cuando su lengua sale con ese modo yo sé que mi mano va a encontrar un espacio, afortunadamente, y se vendrá en goce. Pero me gusta besarla, me gustan sus labios, terriblemente. Podría escribir una novela entera en la que se describan esos labios, y esa lengua. Pero mis manos van más rápido que mis pensamientos y ya quiero acariciar su cuerpo, que es suave, sin parar. Lo hago estúpidamente, como un autómata del goce, pero ya no puedo detenerme, soy un autómata del goce. Esa chica me gusta.
Quién sabe, en otra época, en otra situación, qué hubiera sucedido. Yo sé qué sucedió en otras épocas y en otras situaciones con otras personas. Ahora me olvido de eso un momento, como me olvidaba en esos momentos de otros momentos. Hay que poner en palabras el mundo porque esto se va destruyendo minuto a minuto, y el reloj no para de correr. Ella ya está en bolas entre las sábanas y para mi es el momento de chupar, mi deporte favorito. Yo pienso que chupo bien. Algo muy bueno de chupar es el silencio, que yo creo que ella disfruta, de mi voz. No es que hable todo el tiempo, pero sé que hablo, sin querer, y el que habla siempre habla de más. Es mi pasión por el relato: imagino que les pasa lo mismo a los escritores y a los relatores de fútbol. Y a los comentaristas de fútbol, que después de echarse un polvo lo deben analizar y ponerle nota. "El jugador del partido fue elegido con el auspicio de Odol", la jugadora del partido siempre vas a ser vos mi amor.
No puedo parar de chupar, creo que lo hago bien, pero podría hacerlo mejor. Uso mi lengua, cambiando su disposición, moviéndola en diferentes sentidos sobre su órgano clitoreal, o sobre los labios de su vagina, y uso dos dedos que se mueven, entran, salen, tocan, pasean por su ano. Ah no, el ano es sagrado. Es un lugar muy privado. Yo siento que nos está yendo bien con esto, pero ella también quiere chupar, y yo no me negaría.
Ahora ella quiere chupar, y yo empiezo un relato erótico o me pongo a hablar sobre el erotismo. No es lo mismo. Pero mientras admira mi pene y antes de llevarlo a la boca para lamerlo sin parar, por un buen rato (si fuera por ella, hasta el final), (me encanta), me decido y no me decido, emprendo un recorrido y luego ya me están llamando otros demonios, los del goce.
Quisiera hablar del erotismo, y no de su boca sacando y metiendo mi garcha, mi mástil, mi misil. Quisiera reflexionar más profundamente sobre los cuerpos y no puedo dejar de sentir el placer en todo el cuerpo. Bienvenido al mundo, parece decirme ella con un micrófono en la mano. Me gusta que me mire. Bienvenido al mundo real, dice ella, y mi reloj se detiene, fortuna, se detiene un buen rato, a admirar: eso es vida, me dice un grano de arena. Y cae en la parte de abajo. Ese grano de arena vale mucho más que tantos granos de arena insulsos, gastados en estupideces, en enfermedades, en dolores, y en vamos pensamientos y falsas ilusiones. Ahora quisiera que todos los granos de arena que quedan en la parte de arriba del reloj valgan lo que vale ese que acaba de caer mientras ella, con total voluntad y entrega, me ofrece y me da placer.
Mi cuerpo empieza a cotizar, de repente, en un dólar paralelo, pero no es blue sino red. Es un dólar red (qué bien le quedan esas medias de red, no podría dejar de acariciarle el orto, o las piernas). Y su cuerpo? Yo creo que su cuerpo está en gozante, yo creo que los granos de su reloj de arena también van cayendo felices, airosos. Imagino su cuerpo en la arena, es tan bella. Qué bien que le debe quedar la playa, quisiera verla. Falta tanto para que llegue el verano y ya quisiera verla tendida al sol, hiperrelajada al sol, con granos de arena por todo su cuerpo. Gracias al facebook mi fantasía puede alimentarse de fotos de veranos que pasaron en su cuerpo, con arenas y mares cuyas aguas golpetearon su cuerpo. Ahora soy yo el que quiere golpetear ese cuerpo, y se lo pido por favor, que quisiera decirle algo al oído.
Cuando entro ya no quisiera salir más, pero se me van todos los pensamientos al carajo. Yo quería hablar del erotismo, a quién le puede llegar a interesar el estremecimiento que, comentamos en voz alta, sentimos ambos. Yo ahi debería hablarle al oído, contarle una historia sacada de las mil y una noches, o sencillamente hablarle del mundial 86, que no pudo ver por cuestiones de reloj. Debería hablar bien ahi, con una voz bien grave, pero yo sé que es un porcentaje demasiado alto la probabilidad de que mis palabras la hagan reir, y de la risa al enojo en una situación de goce, hay un solo paso. Debería hablarle del erotismo, y me salgo con esas boludeces de la pornografía. En una época miré mucha pornografía, pensando o buscando qué fantasías serían mucho más claramente las que me podrían llegar a atraer. Lencería erótica, juegos de roles, tríos y orgías. Me cansé de pajearme cuando ya pude resolver todos mis gustos, y para qué. No lo tengo bien claro, ahora tengo un retorno a la inocencia, me siento un niño, me siento un pobre niño que necesita que lo cuiden porque está tosiendo y tiene fiebre.
Y ella gime y mi cuerpo lo recibe como si fuera la historia completa del erotismo. Ahí está el asunto, digo, yo gastado en palabras, ella con un solo gemido y una mirada profunda (con sus ojos tan bellos y frescos como el sol del amanecer) logra que me vaya. Y me voy, me voy sobre su cuerpo, me voy cayendo y asiéndolo sin querer perturbarlo. Quedo extenuado, ella en cambio, completamente sensible.
Y qué se hace con la leche? El erotismo elide la leche, pero no la niega. No habla de la leche, pero sabe que está. En las sábanas esparcidas las semillas. Y después es su voz que me dice que se siente bien, y somos tan humanos, y tan jóvenes. Y los granos de arena siguen rodando y perdiéndose entre otros granos de arena, aun cuando valen oro.

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