viernes, febrero 28, 2014

desde el camino


La ruta va bordeando las vías de un tren que algún punto cambia su rumbo y despunta para otro lado, porque después de firmat le perdemos el rastro. De hecho, el tren que llega a venado tuerto no viene de los pueblos que conecta la 33. De hecho, todos los venadenses que ahora tienen 60 años, viajaron alguna vez en tren desde Venado a Rosario,  o viceversa. Recuerdan que era un viaje de entre 5 y 8 horas, tenía algunos bemoles de los que dependían. Por ejemplo, un trasbordo de líneas en la localidad de Santa Teresa. Es una pequeña localidad del departamento de Villa Constitución, que está en la línea de la ruta que llaman el chapuy, porque une la ciudad de villa constitución con la ruta 8 cerca de venado tuerto, pasando por localidades importantes en la historia como cepeda, melincué, elortondo, máximo paz, Alcorta, pero el caserío de Chapuy se lleva el nombre. Es una ruta que está bastante rota, pero que va bordeada por la vía del tren. En santa teresa pasa otra línea que une a rosario con pergamino, y ahí hacían el trasbordo los venadenses. Por qué no había una línea directa que uniera rosario y venado tuerto? Claramente, venado tuerto no estaba llamada a ser la gran urbe del sur de la provincia. Si lo logró, fue no solamente por la riqueza que empezó a generarse gracias a los campos de su alrededor, muy fértiles y propicios para la agricultura, sino que también comenzaron a instalarse fábricas, inesperadamente, que atrajeron alguna mano de obra. La economía de la ciudad se vio modificada por eso y por el hecho de que, en desmedro del ferrocarril, se asfaltaron muchas rutas que adquirieron relevancia. En venado está el cruce de la ruta 33 con la ruta 8, de suma importancia porque es el cruce de la ruta de la riqueza con la ruta que une a lo ancho la capital con el lugar en donde se produce el vino. Venado tuerto, ciudad de borrachos prósperos, ciudad de drogas y alcohol. La droga viene por la 33, el alcohol por la 8. El coctail es fenomenal, se trata de una ciudad que está constantemente de fiesta. Sus habitantes se quejan, porque la fiesta nunca les es suficientes, consumen lo que les buenos aires les deja, replican hasta los miedos de los porteños. Pero hablan sin las eses como los rosarinos. Son descendientes de inmigrantes, pero necesitan identificarse con el gaucho en la simpleza, en el modo valiente, y en la alimentación aburrida. Sin embargo se acuerdan, no pueden negar del todo su origen europeo: anglosajón celta vasco italiano eslavo, algún alemán, poco y nada judío.


La ruta atraviesa la riqueza, la prosperidad, como una vara que corta con sencillez un pedazo de pan, un pedazo de queso. Los campos a veces se ven inundados, otras veces sufren la sequía. Nunca van a dejar de producir lo que se les pida, porque están llamados a florecer. Blooming, una explosión constante. Desde la ruta es de admirar el verde, el dorado. Parece una mujer desnuda, siniestra y hermosa, apenas excitada. Los agricultores, cansados de juntarla en pala, se dieron cuenta que para entretenimiento de los viajeros podían dibujar surcos con imágenes más divertidas, porque antes era todo recto, surco surco surco, planta planta planta, y pala pala pala. Ahora le ponen creatividad, porque la ruta ha adquirido tanta relevancia que merece un poco de satisfacción. Mirá papá, es un elefante, gritaba un niño que viajaba en el monticas de las 4 de la tarde. Por fin los viajeros dejaron de mirar las formas de las nubes, dejaron de mirar al cielo para ver dónde estaría dios, y empezaron a ver la verdadera fuente, la planta, la comida, la tierra. Eso es un tetrágono eusalipto, es un nuevo concepto geométrico. Tres tetrágonos forman la cara de un indio araucano, que recuerda a la cara de un mural de Siqueiros. Los agricultores han llamado a licenciados en bellas artes para asesorarse sobre formas posibles de ser adaptadas en la siembra, de modo tal que cuando broten esas plantas pueda verse, ya no desde el cielo, sino desde la ruta que atraviesa esos campos, una obra de arte. Genial, piensa una arquitecta preocupada en la forma de la fachada de un edificio, genial. Piensa que las fachadas deberían reproducir los murales que los muralistas mexicanos hicieron, con referencias claras a la revolución. Y eso puesto en el centro de la riqueza, como el Rockefeller center, es como la tensión misma representada y a la vista de quien quiera.

Pero el camino sigue, la ruta no se detiene. Pasan autos a altísima velocidad, pasan camiones a bajísima velocidad. Se producen accidentes de altísima efectividad, los muertos se van sumando unos a otros. Las localidades de la zona están intentando ponerse de acuerdo para establecer un cementerio que contenga solamente a las víctimas de accidentes viales en esta ruta. No hacen distinción de raza, religión ni color, solo exigen amor y locura. El cementerio no quita a nadie que viaje por la ruta las ganas de aventurarse a pasar camiones. Todos asumen que si llegaran a morir en esta ruta, será por culpa de otro que venga de frente, o lo que sea.

jueves, febrero 27, 2014

Mi carpeta de descargas



Escribo para poder descargarme archivos digitalizados de internet. Es un intercambio justo, creo, yo le digo a una página en blanco cosas maravillosas que después se transforman en un documento que no tiene lugar en la web como algo semejante, y gracias a esa magia puedo descargarme un documento de texto que me interesa, que no significa necesariamente que vaya a leer. Hay páginas como libroos que no te pide nada a cambio, pero hay páginas como scribd que sí. No sé qué es lo moralmente correcto, éticamente. Me confundo a veces con esos términos, ambos quieren legislar sobre lo correcto y lo que está bien. Que no siempre es lo mismo. Por ejemplo moralmente correcto sería que yo escriba cualquier sarta de cosas y que genere un documento con eso con el cual intercambiar por el documento que me interesa. Pero también, lo que considero que sería éticamente correcto sería generar un documento que esté a la altura de lo que yo considero que está el documento que quiero descargar.
Pero como no sé, porque al documento no lo conozco, debo valorarlo por lo que exteriormente se me dice que es. Y mi texto, a su vez, no puede ser valorado por mí, porque dependería demasiado de mi autoestima, a saber: he escrito bien durante mucho tiempo, lo que no es garantía de nada, sin embargo pienso que puedo generar algo de calidad literaria como para que esté circulando en algún lado y varias personas lo lean y se interesen por ello.
Pero podría escribir, creo, dos párrafos, y eso alcanzaría para descargar lo que yo quisiera. Sin embargo mi valoración de lo literario es sobre la extensión, porque en lo extenso está el trabajo, el tiempo dedicado a algo. Muchos tienen la manía de corregir lo ya escrito, personalmente lo ya escrito no puede ser valorado por mí, sino desechado. El desecho, el detritus, si es orgánico, generará un abono que en el humus dará lugar a que la semilla pueda germinar. Si no es orgánico, podrá ser reciclado para hacer un parque de diversiones. O bien arrojado al mar. Ahora tienen la ilusión de mandar la basura a la estratósfera, convencidos que las partículas que forman parte del mundo pueden contaminar el mundo. Pues no, que si alguna combinación atómica no se había dado en la realidad no significa que no haya estado en el mundo la posibilidad de que lo esté. Y la nueva organización de lo terrenal no significa necesariamente que vaya a ser mala para todo. A saber, antes, cuando un hombre podía hacer un agujero en la tierra, era para sacar agua. Cuando sacaron el petróleo no sabían qué hacer con eso. Cuando le dieron a ese aceite una utilidad, que fue mucha utilidad, empezaron a agujerear y a su manera a sacar todo lo que estaba ordenado debajo de la tierra y ponerlo arriba de la tierra en forma de energía y en forma de carretera. Claro, la idea de asfaltar toda la tierra es absurda, la tierra es necesaria y es posible valorarla porque de ella la semilla hace el grano. Pero antes de la alimentación en base a la agricultura, el hombre sólo se alimentaba de la caza y de la pesca,  o sea, la cadena alimenticia indicaba que era carnívoro sobre todo. En definitiva, lo que para algunos es subvertir el orden y para otros corresponde obedecer a la naturaleza, pues no, tratando de soslayar toda hipocresía, se trata de nuevos órdenes de lo terrenal. Pero ¿cómo generaríamos nuevo orden del caos si desecháramos la basura, que entre comillas es “lo que ya no sirve”, lo que ha sido descartado, si la enviáramos a la estratosfera?
Este texto no envía a la estratosfera su desecho. Este texto es el desecho, el detrito, del deseo de descarga de otro texto. Si todo texto tuviera su otro texto esto sí sería genial, porque estaríamos generando texto sobre texto incansablemente. Aunque parezca absurdo, eso no es del todo así. No todo texto genera texto, aunque sí hay una idea de que se generan textos sin parar. En este mismo instante hay miles de personas que se consideran escritores, tratando de plasmar su nueva obra, poniendo palabras en el papel, alimentando el ego y el mito del escritor. Soy escritor tengo que escribir, se dicen a sí mismos, y hablan de lo que es bueno, de lo que es excelente. Nos olvidamos de a ratos que vamos a volver a la tierra, y pensamos que hay algo más importante que eso, que sería el arte, lo que sublima, lo que eleva. En fin, el mundo se ocupa de ponernos en el lugar que nos corresponde, porque hay un orden, y ese orden es el orden del mundo, que es mucho más grande y más viejo que nosotros.
Entonces ¿para qué?, ¿por qué escribir esto? para qué gastar energías, esfuerzo. Resulta que dicen que usamos un porcentaje muy pequeño del cerebro. Quiero entender que la actividad consciente de nuestro cerebro representa un mínimo de esfuerzo del mismo. He sido poco aplicado, y poco prolijo a la vez en muchas cosas de la vida. Bueno, pongamos por caso cuando iba a la escuela, no le ponía mucho esmero a nada de lo que no generara en mi verdadero interés, verdadero placer. Me acuerdo que me sentía parte de esa generación que empezó a cuestionar el estudio, para qué tenemos que saber esto si total no nos va a servir para la vida. Éramos en realidad la generación que empezó a sobrevalorar la vida. En realidad la vida venía sobrevalorada de antes, pero nosotros crecimos con eso ya, lo naturalizamos como los pibes de ahora naturalizan la computadora y la electrónica, eso que a nosotros todavía nos costó aprender, entender, decodificar. Y a la vez que éramos la generación que sobrevaloraba la vida, éramos contemporáneos de la generación de otro grupo social que subvaloraba la vida. Matar o morir, acá nada vale nada, tengo zapatillas de marca. Es el prejuicio de la clase media sobre la clase proletaria. Me gusta la palabra proletaria. Ayer alguien dijo que los rusos se fueron de la 1ra guerra mundial porque se les armó la revolución. Y no es extraño, loco, que si mandaban a los pobres al frente, estos en algún momento se revelaran e hicieran la revolución. Pienso en cuba, que hizo la revolución porque eran la puta de estados unidos. Me encanta que en estas latitudes digamos estados unidos y no digamos América, como otros países que sí le dan esa entidad. Estados unidos, parece la metáfora justa de algo que está dividido en el nombre, que dice unido porque naturalmente está separado. Cuba era el culo abierto de estados unidos, cuando empezó a sangrar el culo hicieron la revolución. Rusia era el frente abierto de los rusos, cuando vieron sangre en las trincheras hicieron la revolución. Francia hizo la revolución porque los burgueses hacían sangrar.
La sangre está en el origen de las cosas que no esconden hipocresía. La revolución es la mayor sinceridad posible, pero es un punto, un hito histórico. No dura, porque cuando lo que se establece queda establecido entonces se necesita una nueva revolución. Es la rueda que gira y el carro que avanza. Lo que se establece genera texto y ese texto es reescrito. Cuando ya hay demasiado texto no hay más revolución en tanto el hito quedó en el pasado. Se necesita una nueva revolución. Pero las revoluciones se producen únicamente cuando lo rojo de la sangre se manifiesta, entonces pueden pasar siglos sin cambios, de textos que se generan sin sentido, texto sobre texto como palimpsestos. Siento una gran libertad al escribir esto.
Cuando concluyo, quizás erróneamente, en estas diéresis del sistema capitalista, me pregunto cuándo ocurrirá una nueva revolución. Acaso habrán enviado a la estratósfera, para entonces, la basura. Acaso la tierra permitirá que el nuevo orden se manifiesta definitiva y abiertamente. Y quién inventará la bomba que hará que todo explote. Son incógnitas que no estamos llamados a revelar. Lo único que podría sí revelar entonces es, para estar a la altura del texto que quiero descargar, la verdad sobre la historia que, tantas veces contada, siempre fue mal interpretada: la verdad sobre quién mató  a la doncella la noche en que abusaron de ella.

¿Quién mató a la doncella la noche en que abusaron de ella?
Había un milico que contaba la historia a sus subordinados. Era un progre disfrazado de milico que había sido captado por el papel. Los progres lo consideraban un traidor, los milicos no sabían quién era pero gozaban de escucharlo hablar. Era el único que podía traducir cincuenta documentos en una semana, expedientes que venían de estados unidos con investigaciones secretas sobre personas peligrosas. El tipo tenía su escritorio lleno de estos expedientes secretos, porque era el traidor que podría traducirlos. El expediente sobre la muerte de la doncella estaba primero en la mesa, en la carátula principal decía: Milena Sidecowsky. A la vuelta la página había un resumen del caso en el que figuraban los más horribles flagelos cometidos por hombres sobre mujeres. Pero a su vez detallaba una historia familiar que se remontaba a, quizás, la edad media. Eso no estaba en el resumen, sino en una carpeta aparte que el milico progre había apartado de la biblioteca del estado nacional y lo había puesto a la vista de su vista, porque los milicos no ven más allá de sus ojos que sirven para ver la realidad.
“Esta, esta es una historia de amor”, les decía el milico progre, refiriéndose a la doncella asesinada y deshollada viva, luego de ser violada y embarazada por hombres varios, de las más diversas maneras. Un milico no tan progre diría que por lo menos había disfrutado antes de ser asesinada, y eso dignificaría la muerte de una manera solo comparable con la muerte en la batalla, como la pensaban los griegos. Los milicos creen todavía en la dignidad, por eso están a favor del narcotráfico y lucran con eso, porque es más digno y real que tantas otras cosas, como por ejemplo el arte.
“El arte culinario” decía el milico progre “es en todo caso la más alta de las artes, porque empieza y termina en el mismo acto en que se realiza la obra”. Hermoso, todo es muy hermoso, pensaban los milicos que escuchaban emocionados al relator, el milico progre, que escribía a máquina y decía en voz alta el relato, a la vez. “Oh doncellas del mundo, vosotras sí que vivís gracias a esta pobrecita que se sacrificó por todas ustedes, veneradla porque ella lo logró”. El expediente secreto enviado desde los estados unidos, desde la región de montana, por ahí, en algún lugar, había aterrizado en la pampa para ser analizado por los más expertos milicos traductores e interpretadores del mundo. En la pampa húmeda los investigadores policíacos no necesitan salir de su celda para descifrar las más misteriosas incógnitas que conmueven a la humanidad.
“Esta es una historia muy vieja, la doncella vivió entre 1722 y 1748”, el milico progre siempre pensó en que alguien debía comprender todos los casos que en el mundo habían quedado sin soluciones aparentes, sin la revelación de la verdad. “Cuántos están aun hoy presos, cuántos han muerto en sus celdas, seres inocentes”, pensaba mientras manejaba su coche superespor por la ruta 33, que atraviesa la pampa más húmeda y fértil de todo el planeta.
“El rey, fue el rey el que abusó y mató a la princesa”, gritaban los miliquitos, “no, fue el mayordomo, no, no, fue el jardinero, no, no fue la reina, fue la perversa reina con cara de pobre y buena”. Todos arriesgaban. Algunos tomaban apuestas, prometiendo millonarios premios. “Si gano esta apuesta salgo de pobre, le puse cincomil a que fue el músico de jazz que viajó en la máquina del tiempo que inventaron en un futuro aún hoy incierto”, confesaba con seguridad el despachante.
“Queremos saber la verdad ahora” gritaban azorados los hombres que reunidos alrededor del milico traductor pobre, que decía ser progre, morían de expectativa. Y el milico los hacía sufrir porque el muy perverso gozaba del relato. “Yo gozo del relato, así que el que lo quiera escuchar lo tendrá que escuchar entero. A ver, pelotuditos, ¿quién quiere escuchar el relato completo?”, se ganaba nuevos enemigos entre los milicos, que ya lo odiaban porque no podían competir con él.
“Yo, yo quiero” decía un chupamedias medio amanerado que desde un rincón siempre pensaba que tenía una visión silenciosa y real de todo el cuartel general. “Entonces Gomez se queda, a ver quién más quiere quedarse”.
En silencio se fueron acomodando alrededor de la máquina de escribir Olivetti del milico progre que iba a contar la siguiente interesante e inmortal historia de la doncella que un día caminaba por el bosque, vestida con un vestido rosa que llegaba hasta las rodillas y unos zapatitos carmesí de charol. Cantaba una canción de rock nacional, de una bandita nueva de esas de la plata, esa ciudad absurda que no conoce la ruta 33. Cantaba una canción entusiasmada, caminando por el bosque lleno de doncellas y de ninfas de los ríos que se ocupaban de estimular con ideas excitantes a las doncellas que paseaban, les decían al oído palabras chanchas con ideas absurdas como el sexo es lo más lindo del mundo, el sexo oral genera mucho placer, el sexo anal te hará sentir cómo es el cosmos luego del caos. Las ninfas de los ríos luego se reunían y se reían de cómo les daban ideas que las doncellas realizaban  por ahí, seguramente, escondidas, llenas del vergüenza y a la vez inventándose un placer que quizás fuera real. Esta doncella venía de recibir un dinero muy importante ya que su padre era comerciante y al tener a su única hija en la que confiaba más que en su mujer, más que en nadie en el mundo, le dijo “hija mía, lleva este dinero a la caja del banco tal, y deposítamelo para siempre”.
El milico sorbía su café con paciencia. Los otros milicos se ponían nerviosos.
Me cansé