viernes, noviembre 16, 2012

el agujero en la media

Viste que cuando tenés las medias rotas, algo te hace preservar la media. Es un instinto, el instinto a la preservación. Bueno, eso es lo natural del ser humano. Lo artificial es lo descartable, eso se inventó para que la gente tire y vuelva a comprar y entonces el mercado, el gran invento del hombre, siempre esté en movimiento, porque si hay algo que se muere si no se mueve es el mercado. El mercado no es malo, pero puede ser perverso. El tema es que uno se queda con la media rota, y esa media dura en el cajón de las medias todo el tiempo que se pueda. Y hay gente que dice que lo natural del hombre es el desprendimiento, pero yo les digo que no, lo natural es la preservación, porque el desprendimiento no es por la tenencia, sino por la irresponsabilidad, que no es natural en el hombre. El hombre es responsable, el hombre, digo el ser humano, en la procreación, debe alimentar a quien no puede autoabastecerse, entonces sale en busca de la comida, es cazador, y ahi no se puede decir que no sea responsable por naturaleza. El hombre tiende, es cierto, al nomadismo, porque se aburre, y eso no significa que sea irresponsable, ni que sea desprendido (la figura de la maleta, fíjese, justamente está denotando que no hay un desprendimiento absoluto, sino más bien relativo, del pasado. El pasado nunca es pisado del todo, sí puede ser machacado, como las uvas durante la vendimia, para hacer el vino).
La preservación tampoco es absoluta y totalmente positiva. Por ejemplo, las medias, para qué quiere una persona quedarse con las medias rotas. Las medias rotas no tienen solución. Las medias son para los pies. Las medias rotas son más caras de arreglar que comprar medias nuevas. Esto es difícil de entender en tiempos de miseria, en que no hay casi ni para comer, pero por qué una persona, en épocas que no son de crisis, a conservar las medias viejas sucias y rotas? Hay varias hipótesis: una puede ser, por instinto, por lo vivido en el pasado (nadie se puede jactar de no haber vivido al menos una vez en su vida una época de crisis). Otra puede ser por desidia, otra por diversión. Sí, efectivamente hay gente que se divierte coleccionando medias antiguas, dicen que proyectado al futuro se puede ver el paso de la moda a través de diversas épocas de la humanidad.
Yo sigo creyendo que el destino más digno de la media rota es la pelota de trapo. Pero claro, la pelota de trapo siempre perteneció a los estratos inferiores de la sociedad, y hoy por hoy, no hay chico, por pobre que fuere, que no pueda acceder a una pelota un poco más real. Sin embargo, el fenómeno pelota de trapo marcó una época en la formación de jugadores de fútbol. Si vemos a jugadores de los años 50 y los jugadores de la década del 2000 es notable la diferencia, no sólo en la contextura física, que habla de una preparación, sino en la tonicidad de sus movimientos. Bueno, esto no se da de un día para el otro, es parte de un proceso de adaptación y de profesionalización. Aquellos, podemos suponer, se formaron en pequeñas canchitas barriales, quizás improvisadas en medio de una calle en la que pasaban 1 auto en promedio por hora, y la pelota, posiblemente, haya sido de trapo, o medias rotas. Esto sucedía hasta que venía el vecino con el que no había una complicidad fundamentada todavía, porque de alguna manera había una desconfianza. Era el gordito de la cuadra al que su papá le había quizás comprado una pelota de verdad, para que pudiera conseguir amigos, ya que tenía cierta inclinación a la introspección, y probablemente cierta inclinación de sus padres a la mudanza, lo que no le permitiera conservar demasiado tiempo a los mismos amigos, una vez conseguidos. Lo cierto es que la confianza también es un proceso de contrucción, como en cualquier relación. No es que uno vaya a un lugar y se dé espontáneamente una relación, que puede suceder, pero siempre depende de cuesiones exteriores y de las personalidades implicadas en el asunto.
Al fin de cuentas, esa misma media rota que la madre del chico dudaba en si arrojar a la basura o posibilitarle al chico la colección de las mismas para la creación de cierta pelota de algún tipo redonda con la cual prescindir de la necesidad de la presencia del vecino incordial por nuevo, que tenía una pelota de cuero que le hacía sentir que él nunca podría llegar a tener, es la base del capitalismo furioso. Tener por tener, competir por tener, son los fundamentos en los que se crean las relaciones en nuestra época, inconscientemente, porque ya está metido en la célula de la cultura, pero no por eso menos real.
La pelota de trapo es el símbolo del desarrollo cultural, lo lúdico es el nacimiento de un nuevo hombre, alienado por lo natural, que busca aislarse en sí mismo, que prefiere la conservación antes que arriesgarse a llegar a un nuevo plano, el plano de la media sana, de la media nueva.

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