jueves, junio 30, 2011

NYCVI


Es amor. Nueva York y yo. No puedo sentirme más emocionado en cada street que cruzo. Venía por 5th aveniu caminando cuando vi unas librerías, y unos cines. No puede ser más parecido a calle corrientes en buenos aires, estremecedora comparación que me llena de orgullo. Qué ciudad maravillosa, la gente te sonría en la boca de los subtes. Todas las ciudades del mundo deberían ser como Nueva York, en donde aun cuando llueve la gente es feliz, donde hasta el más pobre tiene fe en dios. Qué bueno haber llegado hasta Nueva York, en donde siento que mi piel camina, por fin, junto a mi cuerpo.

Es un espectáculo, deberían verlo todos los seres humanos del planeta. Y las luces, cuando anochece, deberían verlas todos los de este planeta y los extraterrestres que sobrevuelan el resto del cielo del universo.

Qué ciudad hermosa. El asfalto está hecho con otro tipo de material, pareciera.

Bueno, no pude ir todavía a la estatua de la libertad, el tiempo no acompañaba del todo y preferí aventurarme por ciertas callecitas que se esconden entre las arterias principales. Caminé dos, tres horas, sin parar, pero a un ritmo de paseador, observando, respirando el aire neoyorkino, saludando a las empleadas de los cofishop, comiendo un burguer king. LLegué hasta el parque central, pensé en rosario central. El clima no acompañaba como para entrar al parque, no quería recordar todas esas películas que lo muestran todo mojado después de un día de lluvia. Digo, prefiero esperar a que esté mejor el clima para aprovechar al máximo mi estadía. Entonces seguí caminando.

En una de las esquinas más escondidas del arraval se abre una galería de esas abandonadas pero no tanto. Un pequeño shoping center de la década del 30, pongamosle. Una luz me hacía señas, me llamaba, era como un colorido logo alguna vez reconocido en mi vida pasada, en la vida pasada a antes de morir en el avión, o sea, la semana pasada.

Me mandé como dios manda, y me encontré como dios encuentra, sí, no lo podía creer, era un negocio argentino en medio de la gran manzana... Mi alegría no podría haber sido mayor. Entré inmediatamente...

Y ahi, entre titas, rodhesias y jugo tang, bailé una vieja canción de los fabulosos cadillacs que sonaba. Por fin, dije, no voy a tener que hablar inglés después de tanto tiempo. Efectivamente el muchacho que atendía era argentino y hablaba perfecto español. Adivinen como quién!! Sí! como yo.

No lo podía creer doblemente. Me compré unos chocolatines ahi nomás y charlamos de algunas noticias que habían llegado a través del clarín. Me comentó, porque la verdad es que yo no sabía nada, tal era mi desconexión por el vuelo, la llegada, el hotel y toda la milonga. Está todo cada vez peor, dijo, dentro de poco van a venirse todos a vivir acá, a Nueva York, y mi negocio va a explotar. Qué bueno, le dije yo, hay que venirse a vivir acá, sin dudas.

Es una ciudad maravillosa, conversamos. Y fuiste a tal lugar, me sugirió. Y acabo de llegar pero si está bueno voy a ir, respondí. Y te trajiste equipo e mate, "listo" pensó. Y la verdad es que, respondí, yo nunca fui muy matero, y pensé que no lo iba a necesitar...

Qué hermoso que es tomar mates a la sombra de ese árbol que está en el central park. Nada me ha unido tanto a Nueva York como el gesto de hechar en sus raíces la yerba mojada, lavada... Nada me ha unido tanto a mi país, hay que decirlo, Argentina carajo, como tomarme un matecito, ícono si los hubiera, de la cultura y de la sangre que circula por mis venas. Casi lloro. Casi vivo perón.

No, no se puede creer. Yo con el termito comprado en el negocio de Daniel (nos hicimos recontraamigos, incluso me hizo un descuento, dijo), caminando con el matecito y la bombilla, me acerco hasta el mc donal de una esquina, poneme agua caliente, yes yes, hot hot water, for de mate, it's a kind of tea. Yo le decía, le quería explicar que era algo del argentinian folklore, no music, bueno la cosa es que me dieron el agua caliente y me mandaron a tomar mate...

y tuve que volver por lo de dani porque había olvidado comprar yerba y no se conseguía fácilmente, y de paso, ya que estaba, me compré unas don satur...

A la sombra de algo que se parecía a un ombú me cebé mi primer mate. Qué conexión con la ciudad! todavía no he aprendido a cebar bien pero ya voy aprendiendo. Solo tengo que recordar el proceso que me enseñó mi padre y que alguna muchacha de mi juventud especificó con palabras que no podría recordar. Y tomando mate, entre mate y mate, reconfirmaba mi pasión por Nueva York, la gran ciudad, the big city... La gente que pasaba me miraba extrañada... Los policías se ve que conocen el proceso porque me dejaron matear tranquilo, no debo ser el primer argentino en matear... I'm mateing estaba preparado para decirles, y convidar. claro.

Y ahora me vuelvo al hotel porque me están dando ganas de ir al ñoba...

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