jueves, noviembre 28, 2013

el día en que la moda pasó de moda

iba a sudecer y lo sabíamos todos: la moda, la que no incomoda, no era más que opio para el facilismo de los pueblos. porque qué es la moda sino cambio, pero al mismo tiempo, qué es sino consumo. Pero la moda trata también de la comodidad de no tener que hacerse cargo de una parte de la cultura, y dejar que venga dada lo que viene dado.
a ver, quién podría cuestionar el sabor de un pepino, de un tomate, hasta de un bife de chorizo. está dado, por la naturaleza, la cadena alimenticia, y la necesidad de todo ser viviente de alimentarse.
la ropa y esa necesidad de vestirse, está bien, es el principio de la cultura, digamos que coincidentemente al mito prometeico, a lo que levi strauss nos relata en lo crudo y lo cocido, el taparrabos y lo que le sucede y lo que le haya sucedido, nos deja perplejo en su simpleza, porque nuestra actualidad es lo simple lo que atrapa de la mejor manera a lo complejo.
Y somos complejos, somos un nudo de reveses. Eso no pasa de moda nunca, como lo clásico. El clacisismo es entonces la complejidad, y la simpleza es el instrumento con el que se disecciona esa madeja.
Imagino un mundo en el que todos sus habitantes están dictando moda. Ahora, dice uno, está de moda caminar con las manos, y todos caminan con las manos. Ahora, dice otro, está de moda jugar al fútbol con los hombros, y entonces las canchas de fútbol se transforman en desfiles de torsos desnudos que empujan pelotas con los hombros. Ahora está de moda escuchar tal música, y ahora está de moda bailar tal otra música.
Lo que le pasa a la moda es que niega la simultaneidad. Y al mismo tiempo segrega. Porque el que llega tarde a la moda (yo tengo algo para contarte sobre eso de llegar tarde), quizás no le importe, pero está fuera. Out en inglés. Y out también es la pelota que en el tenis pierde el punto, la pelota que no juega ya. Y al mismo tiempo está lo in, lo que se impone desde dentro, pero desde dentro de qué? de dónde?
Hay en Proust un personaje que es un viejo puto aristocrático. Es muy maricón, lo que a la vez está negado, o velado, hasta que el narrador lo va descubriendo. La primer descripción del personaje es la de un tipo que impone modas, sin querer. Un día aparece con un saco a cuadros, porque quizás sea el único saco que encontró en un viejo guardarropas de la familia aristocrática, ponele, qué sé yo. Inmediatamente, días más tarde, aparece un séquito de jóvenes idiotas vistiendo sacos a cuadros como el del viejo. Es un tipo que impone moda. Acaso porque tiene estilo, acaso porque tiene poder.
Desconfío del poder, porque son muy buenos negocios, a corto plazo. Y a mi me gustan los malos negocios, a mi me gusta ganar después de haber perdido mucho. Esa sensación de ganar, la que me me muestra que estoy vivo, y desnudo, como la idea que concebimos de la libertad, aquella vez, cuando estábamos en ese río y era de noche, y ya no importaba nada.