martes, octubre 01, 2013

el cielo de los durmientes

quién irá a buscar entre los durmientes, a riesgo de que pase el tren en cualquier momento, el billetito que se le acaba de caer a la vieja desorientada? Ni se dio cuenta, se le cayó el billete y ella seguro que no lo va a ir a buscar, porque no tiene la fuerza que se necesita para realizar velozmente el movimiento de bajar del andén. Y por un billete de cien, que ahora no vale nada, y sin embargo sigue siendo el papel de mayor denominación.
un billete de cien, violeta como el cielo cuando en verano uno se queda sumergido en el agua y ve el cielo desde ahi, un billete de cien por el que daría la vida en cualquier esquina cualquiera, si se le acercara un pibe en moto y le dijera dame (nomás tiene que decir dame para que las células del cuerpo se alteren), y así fuera a completar la frase con dame fuego, ya está sacando un billete violeta que se transforma en bioleta, la vida misma, y por las dudas también entrega el celular resignando todos los contactos conseguidos con tanto esfuerzo en los últimos años. No vale la pena, es la vida o el billete, y así el pibe quisiera fuego de un encendedor, ya el modo en que lo pidió hace presentir lo peor, y que no haga fuego con su pistola calibre 22 que seguramente lleva en la cintura o en la imaginación.
pero el billete ha caído entre los durmientes, como el sueño cae en quien duerme, en la noche, aunque no quiera el durmiente, el sueño se despereza para dar lugar a las imágenes más remotas de la inconciencia, las más inverosímiles, las más injustas. siempre cuentan sus sueños los demás, a la mañana, cuando lo recuerdan en el desayuno, como si fuera algo muy importante, algo para recordar. y sin embargo hay otros que no pueden recordar sus sueños, que no les es tan fácil. Pero todos sueñan por igual, y esperan por igual el sueño eterno y ese chamuyo del polvo al que vamos porque venimos. morituri te salutant, memento mori, homo homine lupus.
esta última frase reflejaría el verdadero valor del billete de cien, entre los durmientes. cuánto tardará en pasar el próximo tren? si lo vieran tres tipos a la vez, quién será el más valiente? el que salte acaso? o el que se quede? Ya estamos muertos de antemano, dice al saltar uno. En qué gastará el billete, el sueldo extra? porque a la vieja no se lo va a devolver. porque la vieja ya se fue, en realidad, la vieja ni se dio cuenta, tiró el billete, en fin, un kilo menos de papas, un kilo menos de carne. no puede ser que los billetes de máxima denominación sean de 100, si no alcanzan para nada, piensa el niño pseudoprogre desde el andén. ese no se va a tirar a revisar entre los durmientes. Y si fuera falso el billete, y la vieja se estuviera riendo de todos los presentes, escondida detrás de una columna de la estación?
no, nadie dará su vida por cien míseros pesos que pueden ser falsos, como el billete nuevo de cien de evita, que parece mal impreso.
puede ser que esperen a que pase el próximo tren y entonces, cuando se vaya, los tres tipos que quedaron en el andén se disputen la presea, como en un juego olímpico. imaginen a los guardas de la estación haciendo un podio y coronando a los muchachos, el primero se lleva el billete de cien, el más valiente. el segundo un ramo de flores y una corona de espinas. el tercero el aplauso del público presente.
pero no, porque cuando llegue el tren, será el tren que alguno de ellos deberá tomar, o los tres. Y tendrán que optar a esperar el próximo tren, premio 100 pesos, o bien rajar en este y que se revienten los que sean. y si se van los tres, quién divisará el billete entre los durmientes y no tendrá dudas en bajar e ir a buscarlo? eh? eh? quién?
ya nadie creerá que es un billete de cien verdadero. y será el que por la noche limpie entre los durmientes el que se quede con el preciado trofeo, que quizás valga el sánguche y la coca, el billete de cien, la cadenita de oro, la pulserita del más allá.
quien camine entre los durmientes, como mister sandman, desparramando los sueños, los más sutiles, los más interpretables sueños, se queda con todo. siempre se queda con todo, salta la banca y se va.


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