sábado, diciembre 01, 2012

tocaremos hasta que aclare

en fin dijo don martín
tocaremos hasta que aclare

es como te lo digo, pibe, en esa época era así. Hasta a mi me daba vergüenza, y eso que era pibe, más que vos todavía. Pero el abuelo se le caía la cara de la vergüenza y enseguida le pedía que lo guardara, al mercedes benz. El tío se quería hacer el banana y apareció con el mercedes descapotable, para que lo miren los vecinos. quién puede llegar a querer un auto en el que entran solamente dos personas. No sé, una pareja de forros. En fin, dijo don martín tocaremos hasta que aclare. Pero bueno, qué le íbamos a hacer? desinflarle las ruedas? no, había que dejarlo con sus lujos, venir a esta casa de gente pobre con tanto lujo. En seguida necesitaba seguir demostrando su poder económico, y empezaba a hacer compras, un televisor, otro microondas, otra licuadora. Le gustaba comprar, gastar dinero. Lavaba sus culpas, por haber estado alejado tanto tiempo de la familia, y entonces hacía como que estaba todo bien y por las dudas llenaba el lugar de cosas, aparatos y cosas que en el fondo le pertenecían. Y todos lo dejábamos hacer, éramos tan pobres, pensábamos que a lo mejor, quién diría, a lo mejor nos tocaría también a nosotros, qué sé yo, un regalo, o quizás nos tocaría con su varita mágica de la suerte china y empezarían a proliferar mercedes benz en nuestras casas. Pero no, no era eso lo que queríamos, y no era envidia. Era esa manera de mostrarse como superior, por tener cosas. Y entonces le decía te acordás de aquella calle, esos árboles que hacían como un tunel verde. Y el abuelo, que se hacía el que estaba a punto de morirse, porque ya estaba viejo que no le iba a errar en eso, pero además porque le gustaba que lo mimaran, como a todos, como a cualquiera, como a mi, lavantaba los ojos al cielo, y decía como que no andaba bien, y el médico le decía lo contrario, que andaba joya, y entonces levantaba los ojos y veíamos las órbitas blancas del fondo de los ojos y el tío guiñaba canchero un ojo, como diciendo el abuelo es un loco y yo tengo mucho dinero, y el viejo me miraba, y no se comía ninguna. Claro que éramos pobres, éramos tan pobres como que no te puedo contar lo pobres que éramos, pero ese año, para esa navidad, íbamos a tomar champan, quizás por última vez, pero ese iba a ser champan champan, nada de monitor, un señor champan de verdad.

No hay comentarios.: