martes, mayo 08, 2012

Mi ropa de Europa II

Entonces salimos a comprarnos ropa. Estábamos en casa, lo más trio los panchos y eran las cuatro de la tarde de un sábado de intenso calor. El rock and roll no alejaba la sensación de malestar y transpiración. No pensamos que el aire acondicionado del shopping nos podría reconfortar un poco, solo pensamos que había que tirar todo el guardarropas y volver a hacerlo de cero. No fue literalmente esto, fue más bien la necesidad de tener una chomba roja para ir a la fiesta esa noche, a la que había que ir con algo rojo. Tampoco es que hiciera un calor demoledor, sólo hacía calor y teníamos ganas de comprarnos algo de ropa.
Hechamos basura en el contenedor porque no pensábamos volver hasta la noche. Eran un par de bolsas de residuos recicladas de bolsas de supermercado (no sé por qué andan diciendo que contaminan, por lo menos las podemos usar hasta dos veces antes de tirarlas definitivamente). También tiramos las 15 botellas de licor que quedaron de la orgía de la noche anterior. No eran exactamente de licor, algunas eran de cervezas y otras de aperitivos, y otras eran de vino. El licor se hace con vino? Más allá de esto, las tiramos. Y no había sido una orgía, pero le llamábamos así a esas reuniones en las que no nos animábamos a que empezara una orgía, sobre todo porque respetábamos a las chicas, no era fácil para nosotros decirles "desnúdense ya que las vamos a atravesar con nuestras espadas yoguis". No lo era. Ni ellas hubieran tomado la iniciativa. Aun así había como un clima en el que todos, sobre todo las chicas, se morían de ganas de que algo así sucediera. Pero ni siquiera éramos yoguis, y la "orgía" debía terminar en cualquier momento, porque al día siguiente haría un intenso calor y nosotros mismos, siendo las horas de la tarde, diríamos en voz alta de ir al shopping a comprar una chomba roja para la fiesta de la noche y un vestido rojo para la misma ocasión, y hablando siempre en voz alta y atravesando el frío total del shopping en pleno verano.
Habá ropa de todos los colores, y de lo más llamativas. Esa remera azul con rayas, parecía venida de Milano. Sobre todo porque decía Milano en la espalda. Demasiado explicito, convinimos. Ella quiso vomitar, no por la remera, sino porque habíamos tenido una orgía la noche anterior, y ella estaba descompuesta por el gancia, ese licor asqueroso.
Bueno sigamos, le dije, y seguimos, mareados, fríos. Caminábamos por el shopping repleto de gente a las cinco de la tarde ya, sin conseguir nuestra chomba y vestido, y abrazados como dos locos en una película con juan pablo belmondo.
Pasamos frente a un cine que estaba dentro del shopping, pensamos que el mundo ya no era mundo desde que los cines no daban sus frentes a la calles sino que estaban dentro de los shoppings. Dijimos que teníamos que amar los shoppings, que eran el futuro, y fue exactamente al construir esta idea que dijimos que había que poner en marcha el operativo mi tarjeta de crédito está nueva. Entramos a comprar cosas por todos los negocios. Ahora voy a hacer la lista, pero no sin antes decir que cada vez que la tarjeta de crédito marcaba disponibilidad era como que la orgía de la noche anterior desaparecía y nos íbamos sintiendo mucho mejor, ya como para ir a una fiesta de rojo a la noche.
Nos compramos una campera y una cartera de cuero, el vestido rojo, la chomba roja, ropa interior nueva, para todos, algunas zapatillas, cosas de deco para la casa. El colmo de todo fue cuando nos renovamos sendos documentos de identidad, ya estábamos muy felices. Meábamos por los pasillos, de felicidad.
Cuando nos subimos al auto decidimos que debíamos huir, pero antes una siestita reparadora.

No hay comentarios.: