jueves, junio 30, 2011

NYCXI

Tengo una bateriita en la cabeza. Es una canción que escuché hace mucho tiempo y por una cuestión de traslados y reemplazos me reapareció en la mente esta mañana. Nada que ver! Yo que estoy in the square, que esta misma tarde me voy a recorrer el Bronx, la bronquitis de Neva York, nada que ver.

Peluca telefónica, con charly, aznar (siempre va a ser aznar, never peter), spinetta, calamaro, fito. El dream team de la música argentina. El sueño que yo soñé la realidad la realidad... ado ado ado.

Mollo en la batería. Mollo toca todo. Siempre tocando con sumo, con divididos, con charly. Siempre en todos lados. Lo mismo que el burrito martinez... Ja, qué lapsus, el burrito martinez es un jugador de fútbol, nada que ver. Le dirán burrito por...? no, qué tristeza, que te digan burrito porque te parecés al burrito ortega, o porque venís del mismo lugar que el burrito ortega, o porque jugás igual, o porque tu ídolo es... Bueno, Diego siempre fue mi ídolo pero le decían maradona a otro salame que jugaba re bien, pero terminó drogado por ahi, porque los chicos que van a ser jugadores de fútbol, o llegan o terminan drogados por ahi.

No son como los músicos, como mollo, que toca de todo y se adapta a todas las situaciones. En cambio Fito paez, bueno, lo tienen que acompañar al pobre porque si bien es un gran poeta y compositor, como músico, pobrecito... eso porque no pudo ejercitar las destrezas, se confió demasiado. Era chico y tuvo mucho éxito de repente, la rompió. Se creyó que ya sabía todo y no necesitaba saber más nada. Él mismo dijo, hazte fama... y se hizo un siestón que ya lleva casi quince años... Yéigera yéigera. Yo te amé en nicaragua.

Esa canción estaba buena, pero después fue todo buenos aires buenos aires, y esa fascinación por los cien barrios porteños. Pobre, no conoció capaz, Nueva York. Acá los músicos tocan todas las nochs, y las noches que no tocan van a escuchar a otros músicos. Y no entienden nada de deportes, porque no se cruzan: los deportistas van por un lado y los músicos por otro. Como si tomaran dos subtes diferentes, la gente que va a los diferentes lugares tampoco se cruzan. Los fanáticos del deporte (acá es beisbol o basketbol o maratón o pool o bowling o pokerstars o futbol americano los menos) toman la linea EE sunstar, los amantes de la música se toman la R24 que va directo a un submundo antro donde hay un boliche al lado de otro (todos son del mismo dueño) que es como un pequeño mercado o feria de artesanos pero compuestos arquitectónicamente por bares y barcitos y en todos ellos adentro hay músicos tocando canciones de jazz, covers de charly garcía, canciones de bob dylan. En uno toca todas las noches edgar alan pauls auster, un conjunto que acaba de formar un escritor conocido junto a tom waits the orquestman, o será orchestman, y así sucesivamente, música electrónica para las chicas atrevidas, raperos bonitos, allí se cansa de ir todas las noches prince a ver y escuchar músicos, ahi van keth jarret, glen miller (no ese iba, tiene una silla vacía en homenaje), bruce springteen, woody allen, robert downey junior, los hijos de gandhi. Y ahi, en ese lugar, Nueva York es una fiesta.

Y otra fiesta es en los carnavales de los deportes, en donde van todos vestidos de los deportes que más prefieren y terminan intercambiando camisetas de deporte a deporte, eso es en otro lugar llamado sportpark, que queda cerca de un lugar donde siempre va todo Nueva York a correr porque tiene una pista de 200 kilómetros en círculo para estar al 100% físicamente.

Ellos piensan en todo. Y se fascinan por casi todo. Algunos se fascinan por la música, como por todo lo que entra por los oídos, todo lo que suena y resuena. Les gusta escuchar, tienen un clítoris en el campanario del oído. Los demás gozan por la mirada, fetichistas. Miran películas, miran porno, miran las formas y gozan, miran deportes, demostraciones de fuerza y destreza, van a los cabarets a ver los cuerpos desnudos, pasan y miran.

Muy pocos tocan. Tocan los cuerpos, tocan la música. Afortunados los que tocan todo. Son los menos. De ellos será el reino de los toquetones.

Nueva York y sus ofertas, ya no sé cuál me gusta más...

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