jueves, junio 30, 2011

NYCIX

Marea baja.

Planeaba empezar un día a todo vapor sobre todo después de lo que me pasó ayer, algo super loco, super auspicioso. Pero no, en cambio vino el aire fresco de la madrugada, yo con la ventana abierta y ahora ando moqueando. Hoy tengo tareas para hacer, tengo que caminar por Brooklin antes que brooklin me camine a mí. Corrección señores del jurado, Brooklyn lleva y. Con B de Brook con K de Klyn, con Y de yes, con N de Nou, con OO de uole.

Estoy perdido porque el mundo me hizo así, no puedo cambiar. Ayer una camarera del hotel llamó a la puerta, preguntó si se podía llevar todas las cosas del room service. Por supuesto contesté yo, pero casi te diría que no tengo más que este vaso de agua, lo cual era cierto. Me pidió pasar para chequear que la luz del baño estuviera funcionando bien. La dejé entrar y pidió permiso para limpiar un poco el espejo de la habitación ya que lo encontraba sucio y era su función la supervisión de la limpieza del hotel. A mi me pareció extraño, un poco, que supervisaran la limpieza a las 9 de la noche. La señorita se puso de espaldas mientras yo continuaba mirando el juego de baloncesto. Algo me llamó la atención porque 5 minutos después seguía allí, había alzado sus faldas y llevaba unos portaligas negros muy atractivos. Me miraba de reojo y hacía como que limpiaba el espejo. Yo me acerqué para ayudarle y ella me pidió disculpas. Ella hizo como que se le caía algo y se amarró a mi cintura de repente.

Si era una prosti la verdad que fue divertido, pero lo más probable es que se haya equivocado de habitación. Le dije, cuando todavía yacía en pelotas habiendo descubierto mi equipo extralarge y mi lamentable capacidad de acción indefinida, algo que solo me a reportado sufrimientos por años y por lo que las más variadas novias me han abandonado, si no se habría equivocado de habitación. Ella, en perfecto español, me decía, qué, no te gusto papito, pasemos toda la noche. Le dije rápidamente que esta era la habitación 432, su cara cambió. Dijo que efectivamente se había equivocado de habitación, que 342 era a donde tendría que haber ido.

La ayude a cambiarse porque seguramente un cliente la estaría esperando por horas, ya eran como las 11. No te voy a cobrar, me dijo mientras se ponía el portaligas nuevamente. Le dije que gracias, que cuando quisiera podríamos tomar un té y conversar sobre lo sucedido, algo que jamás hubiera buscado. Sin embago supe que algo en el aire nos atraía el uno al otro. Algo que nos enamoraba.

Cuando le abrí la puerta nos trenzamos nuevamente en una nueva sesión porno. Esas cosas pasan en las películas, siempre pensé. Lo único que falta es que ahora caiga una rubiona y esto sea un trío. Perfecto, esas cosas solo pasan en las películas.

Creo que debe haber sido eso lo que me dejó en este estado catatónico. Ahora solo pienso en lo gris que se ve todo en Nueva York y tengo que ir a hacer unas compras para un amigo que me encargó que le llevara un producto que solo se consigue por acá, en Brooklyn. Y luego voy a ir a... no, no es un día como para ir a un musical de Broadway. Voy a aprovechar, ya que tenía contemplada la posibilidad de una borrachera para el viaje, quizás lo haga en algún bareto de por ahi, o por qué no en algún jazz club, de donde después me echen por borracho.

Efectivamente, descubro con estupor que se alzó con mis calzoncillos. La muy trola. Y me dejó, qué dulce, estoy delirando, sus braguitas... Bombacha negra, trola del orto. Para qué quiero yo ahora una bombacha. Será la señal de que la pasó bien, o se habrá enamorado. Y mirá si me enamorara yo de una puta. Bueno, quizás me transforme en un Rocco Sifredi, y ahi que me empiecen a pasar cosas de películas. No, no vine a eso a Nueva York ni quiero eso de mi vida. Yo estudié para manager de administración, qué es eso de andar buscando dinero en el hampa.

Efectivamente, descubro con estupor, mientras contemplo la vidriera de Victoria secreta, que las braguitas que me dejó son las mismas que tiene el manikin modelo, son negras, con encaje. Me detuve quizás para reinterpretar a la luz de la objetividad de la vidriera los sucesos de la noche anterior. Solo que las braguitas Lasi (se llamaba Lasi, qué mina se puede en el mundo llamar Lasi) no tenían la marca Victoria secreta. En el primer mundo también existen las saladas y las copias truchas. Descubro con estupor.

Efectivamente, descubro con estupor mientras entro a Talas, el boliche al que me manda mi amigo en Brooklin, que me faltan aproximadamente tres billetes de 100 dólares. Alguien está a punto de morir, y puede ser cualquier e incluso yo.

Efectivamente, descubro con estupor, respirando apenas aliviado que uno de los tres billetes apareció, lo tenía en mi bolsillo. Tuve la precaución antes de salir de EZE de llevar una cantidad suficiente de billetes como para pasarmelo de fiesta, pero sobre todo controlado. Entonces pedí billetes de numeración corrida, así iría gastando ordenadamente y cotejando mis gastos para saber cuánto llevo y eso. Ahora me faltan dos billetes intermedios.

Lasi, lasiva, la siempre lista, lasi. Lasi, Elizabeth, la trola del jeque, Elisa. Me dijo medicenlasiperomiverdaderonombrees elizabeth. Beth, Bath. Baño turco. Lisa, Lasi. Lais, las papas fritas. Laisy. Mexicana. Mexicana vagoneta, se cobró el polvo.

Día de mierda. Se va todo a cagar. Me voy con mis matecitos a otro barrio.

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