jueves, junio 09, 2011

NYCII

Cruzamos la linea del ecuador y cantaba "te encontraré una mañana, cuando se caiga el avión y prepararás el suelo para dos". No es miedo a los aviones. Solo tengo miedo de la electricidad. Cuando era chico soñé con un fluir eléctrico, algo parecido a la electrocución, pero que no traía consecuencias. Luego supe que la electrocución traía efectivamente consecuencias nefastas, y creo que me enteré cuando fue la noticia del paracaidista que quedó enganchado en los cables de alta tensión. Y todavía en esa época no se hablaba de la silla eléctrica como algo tan terrible, porque todavía eran épocas en que la memoria de la picana estaba viva. Estaba sensible la herida. Y a los chicos nos gustaba prender y apagar la luz, seis siete ocho veces, sin parar, desenfrenados. Era la noche, la hora de dormir, el beso de la madre, la despedida, y sin embargo las ganas de seguir jugando, como en una clave morse, prendiendo, apagando la luz. Después nos enterábamos que a otros chicos los padres no les dejaban prender ni apagar la luz. Ni hablar de desenchufar un enchufe, acercarse a una toma de corriente. Nosotros ya pertenecíamos al mundo moderno, y no hacía tanto todavía que alumbraban con el fuego.

Ese es el fuego, que veo en la noche que llega, al cruza la linea del ecuador, sobrevolando el surinam. Es un inmenso fuego, quizás un campo que se quema, o una ciudad habitada por nerones. Veo un fuego porque llega la noche, sino no vería nada. Y es el mismo fuego que nos va a quemar a todos por igual, nos irá cocinando lentamente, en este horno de planeta, y nos cocinaremos al punto, estaremos mechados con ciruelas, porque a los dioses o a los comensales les gusta el agridulce. Ese es el fuego, san lorenzo, el parrillero. Pero antes de morir voy llegando a mi destino, Nueva York de los sauzales, paisano nuevayorkino en busca de los arrabales. Qué música suena en Nueva York en este momento?

Cómo será la noche en Nueva York? Será lo primero que sepa, cuando deje de sentir este frío que traigo desde casa, desde ese invierno insoportable ya, y este aire acondicionado de avión que justo me da en la cara, a contrapartida de la pantalla personal que no, justo la mía está rota y el de al lado juega backgammon con lo que me gusta jugar y no poder, porque está rota.

La noche será cálida, quizás me reciba una llovizna de verano y mi piel estará mojada, y así llegaré al hotel, al caesar palace, en el que tengo reserva, y me dormiré para recuperarme y para estar mañana listo para recorrer la ciudad, esa ciudad, la ciudad de Nueva York. Tengo dos excursiones mañana, tendré que elegir una, y pienso ir a hacer mis primeras compras nuevayorkinas. Y pasado mañana la estatua de la libertad, tengo que subir hasta arriba para lo cual tengo que estar descansado, tengo que estar diez puntitos. Y me quiero comprar la camiseta de los Knicks. Aunque pierdan.

El avión todavía no se cae. Empiezo a tener fobia a los aviones.

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