viernes, junio 13, 2008

gato por liebre

después de eso me fui a bañar. necesitaba el agua caliente como ninguna otra cosa en el mundo.
y comer algo, pero no tan salado. había tenido un incubo, esas cosas que me pasan solamente durante la siesta. por eso es que prefiero ponerme a cocinar algo antes que irme a dormir. pongo la tele al palo y empiezo a amasar: masitas dulces, buñuelos, tortas, cosas dulces que se van cociendo de a poco mientras en las cacerolas borbotonea el dulce de leche de arroz con leche. cuando llega laura ya está todo cocinado y nos ponemos a escuchar la radio mientras ella se come todo, y por eso es que está tan gordita... rellenita.
cuando la gente le dice "gordi" me molesta. porque son hipócritas... porque antes, cuando era verdaderamente gorda, íbamos a una casa de ropa y lo último que le hubiese dicho la vendedora era gordi. le decían linda, amor y cosas así, pero no gordi. claro, si estaba gorda. tampoco era como para preocuparse, aclaro. no era de los gordos de la tele. después adelgazó, se sacó todo y salió a la calle hecha una loca, más flaca que claudia shiffer. y ahora está de nuevo rellenita, pero no gorda como antes, lejos de eso... y las vendedoras ahora si le dicen gordi y cosas más violentas... peor son los hijos de los vecinos que le gritan gato, miau y cosas semejantes.


no se puede soportar el discurso de este gobierno. la soberbia y el autoritarismo de la intolerancia unidos al mesianismo me provocan un malestar continuo, y ya no quiero pensar. por eso me doy una ducha, me saco la mala onda, pongo música, un sahumerio nag champa y a volar la imaginación. cuando mi gata me interrumpe en plena acción me gusta revolearla para que sienta que no es el mejor momento. no sé, tal vez la esté maleducando, pero se va acostumbrando a salir volando. total, caen parados... los gatos. pero todo lo demás, todo lo que me genera malestar, no se merece mi atención. no. yo fantaseo con que algún día voy a terminar viviendo en la montaña, porque me gustan las montañas y los rios, pero soy de esta llanura y de este río, momentaneamente. qué cosa que no podría, vivir al lado del mar. debe ser por el terror que me genera la idea de que antes del fin del mundo todo se va a inundar, sobre todo lo que está al lado del mar. las montañas me gustan porque tienen subidas y por supuesto su contrapartida, o sea, bajadas. y en subidas y bajadas se manifiesta mi espíritu, a veces está alto como una roca flotante en la cima del aconcagua, otras veces se me agudiza la caída y siento vértigo y no me doy demasiadas explicaciones. entonces me pongo a cocer algo, o a cocinar, que es lo mismo. pizzas, empanadas e hidratos de carbono, tartas, fideos, cosas con harina. o bien carnes, cuando se me da por las carnes. un buen adobo, un vinito, aceite de oliva y marcha.
cuando pienso en los postres me largo a llorar...

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