domingo, octubre 07, 2007

el precio de la aventura

Nunca tuve una aventura. Claro que siempre quise tenerla. Pienso que de no haberlo querido ya la hubiese tenido. Pero no, lo trágico de vivir no es una aventura, es la vida misma. La vida hecha en ese sentimiento, en ese dolor. Y en esa ausencia de lo deseado, de la aventura.
La deseaba, cuando leía. Quería ser como ellos, como los personajes de mis novelas favoritas. Quería recorrer el mundo, perderme en una selva, montar en un caballo durante días, aprender a leer las huellas de los animales y a guiarme en la noche estrellada. Quería recorrer una ciudad, caminar por una calle como si fuera el centro del mundo. Quería ser indiana jones, y a veces rambo.
Claro, era un pibe. El problema surgió con la insatisfacción, la postergación. El pibe que nunca deja de ser pibe, un problema que se agudiza con el paso del tiempo. Cómo explicarme a mi mismo? No es una negación, es una postergación… si fuera una negación ya habría desistido de intentarlo. Sin embargo no, es una postergación, es un constante después. Entonces es cuando el mundo se llena de caras llenas de aventuras. Las voces de amigos y de conocidos teniendo las aventuras más alocadas, de sexo, de drogas, de rocanrol. Y mis postergaciones necesarias, porque el pibe no puede dejar de ser un pibe. Me miro al espejo y aunque ya no escucho a mi madre llamándome a almorzar, sigo siendo el pibe que jugaba a la pelota…
La gran pregunta sería entonces: dónde, cómo, cuándo surge todo esto? Claro, quien leyera esto dicho así pensará con razón que he sido y soy carne de diván. Claro, una pregunta así formulada, qué está buscando. Sin embargo, lo único que quiero es saberlo, porque ahora que estoy a punto de terminar la fabricación de mi máquina del tiempo, juro que lo primero que voy a hacer va a ser viajar hasta ese día fundamental, ese día que, imagino mas no recuerdo, no me atreví a dar ese paso, ese abrazo o ese beso, o enfrentarme a ese gigante que para mi era un molino. Viajaría hasta ahí y le diría al pibe que fui: pibe, dale para adelante.
Lo haría aunque sé que me costaría perder para siempre a mi máquina del tiempo.

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