lunes, abril 09, 2007

the house is in order

vendí mi tambor chico.
el que lo construyó era un joven de hurlingham, no recuerdo su nombre porque era muy sofisticado. nos pusimos en contacto por teléfono, fue en el 2001, en pleno auge del candombe entre nuestros amigos. meses antes habíamos hecho un encargue a un luthier uruguayo, uno de los más conocidos a nivel mundial, y encargamos 6 tambores. por esas cosas de la vida, esos desacuerdos y desencuentros, terminaron encargando 4 porque L y yo nos bajamos de la compra. hubo de malentendido, seguramente, y siempre fue sabido que éramos exigentes. creo, tal vez se haya debido al precio, no recuerdo. es pasado. L después no quiso comprar el tambor porque estaba a punto de emprender su largo viaje (y pensar que después se terminó llevando un bombo leguero) y yo quedé en medio del dilema. no sabía lo que quería, ni sabía ni sé demasiado de música, pero quería tocar el tambor, un poco por compartir con los amigos, otro poco porque me gustaba, otro poco por la vocación tempranamente frustrada de baterista de rock, y otro poco porque soy, lo reconosco, un pendejo caprichoso. pero en esa época estaba bien, todos estaban mal pero yo estaba bien, digo, económicamente. me lo podía comprar con mis ahorros, sin que ello significara una merma importante en mi modo de vida, que para entonces era muy cómoda.
le encargué el tambor a este muchacho, no me puedo acordar como se llamaba. era sofisticado, eso recuerdo. también recuerdo que tuve que hacer un depósito en el banco de galicia, y un mes después L viajó a bs as por trabajo y lo retiró, en una casa de san telmo.
después de eso creo que tocamos unas diez o quince veces. nos juntabamos a tocar bastante seguido como para amortizar el hecho del gasto y tocabamos con alegría y hasta algunos bailaban. para navidad y año nuevo de ese año tocamos en la plaza del pueblo, y en la calle, esas noches, largas noches... después leo se fue, y ya no nos juntabamos tan seguido. recuerdo que una vez fuimos a un parque en rosario, parque españa en la parte de abajo junto al cec, y tocamos. hacía mucho frio, los tambores se destemplaban rápidamente. dijimos que ibamos a volver, porque allí conocimos a otros que también tocaban y estabamos entrando en confianza. pero no pasó. S siguió después en contacto y siguió tocando y armando grupos de gente con ganas de tocas. pero pasó el cuarto de hora de mi tambor chico, y ahi quedó arrinconado, como un mueble sin sentido, en un rincón del cuarto.
y cada tanto resucitaba, y este último verano incluso lo sacamos a pasear y todo. tres noches en el último verano.
pero ahora vendo mi tambor chico. bembé.
ya lo entrego...

No hay comentarios.: