domingo, diciembre 31, 2006

they can't take that away from me

la pampa tiene el ombú. dicen. en el campo las estrellas en el cielo las espinas... declaman, en parafenalística versismo criollo.
la pampa no está en el mapa. yo la conozco, pero porque fui testigo casual, porque me tocó digamos, por fuerza mayor. y todas las memorias que tengo se sitúan en el medio de la mejor llanura pampeana, el paisaje de mis emociones.
en una radiografía de la pampa, una reactualización, encontraríamos que le han crecido algunos montes, por lo que esa linea recta, ese horizonte marino, se va interrumpiendo: parecen grupos de gente saludando. un grupito de árboles aquí y otro más allá en el medio de una hoja lisa como el papel, recta como la escuela primaria, eterna como la conciencia del crimen. toda de tierra, marrón. algunos subeybajas tiene que haber, pero sólo son perceptibles en la cercanía. visto en profundidad es todo así y así, y ya.
pero el detalle mejor no está en el campo, ni en el arbolito que adorna la pradera. lo mejor sucede cuando se mira hacia arriba. a mi se me estremece el escroto, que es como decir me da piel de gallina me da. no me olvido de un sólo color: en otoño hay un olor embotado antes de llover y el cielo se pone exclusivamente marrón, pero de otro tenor, diverso al marrón del terruño. en invierno es gris, es tan gris que explota y todas las nubes del cielo se retiran pero dejan ese aire congelado, y entonces brilla el sol hasta el hartazgo y todo es puro autoconvencimiento. en primavera llueve y se hace eco de tambores en los techos de los caseríos, y el primer olor que se siente es el único olor que supera al perfume de dios, y será porque él lo habrá querido así.
el verano me hace llorar. rosso di sera... en el verano en sus inicios, si uno sabe prestar atención, la pampa húmeda es un festival: en el horizonte ese chato y longo, con algunos arbolitos que saludan, con el aire lleno de calor y de desnudez, se pone el sol a eso de las 8 y media casi 9. es un espectáculo de media hora. el naranja no lo pudo describir ni soares. va pasando por todos los matices, en una total entrega, que te hace llorar de la emoción. y si uno va caminando por el poblado, donde por ahi pasa la gente y lo ve a uno hecho un pelotudo mirando el horizonte... queda mal.


El único que puede ver la ciudad es el extranjero (N. Rosa dixit). volver de un largo viaje es también la posibilidad de ser por unos instantes extranjero en la propia tierra. lo que se dice la época de adaptación. mirar la casa desde afuera, ver el color, ni martín fierro. gracias aptra.

1 comentario:

Unknown dijo...

che pelotudo, dejá de mirar el horizonte que acá nos conocemos todos.

QUE TODOS TUS DESEOS PARA EL 2007 SE HAGAN REALIDAD, y tres palabras: AMIGOS, PASIÓN Y ESPERANZA. Qué no decaiga, un abrazo,

Melina