martes, diciembre 21, 1999

el disco sale en japón (II)

es la historia de un señor y una señora. se encuentran en un consultorio, pero también puede ser un aeropuerto. es sin duda en una sala de espera. ella está embarazada, por eso va a ver al médico, o mejor por eso está por tomar el avión. él tiene un esguince de muñeca, y por eso está en la sala de espera del traumatologo, o mejor dicho, por eso mismo está esperando subir al avión. se cruzan dos miradas. dos. ella está tan embarazada que no le importa nada de nada el mundo, y gesticula una pequeña sonrisa. él está nervioso, acaba de perder doscientos pesos que tenía el día anterior en el bolsillo y que les desaparecieron misteriosamente. él la mira y piensa que sin embarazo debe estar buena la guacha. ella tiene facciones bellas, pero está gorda, es verdad. no sabe si lleva a uno o a dos o a tres personas en ese nido. algún día se va a enterar se supone, y criará hijos y le sacaran los ojos. ella es bella, las mujeres en la sala de espera suelen no ser muy bellas, las mujeres bellas tienen una sala de espera aparte. las esconden. para que los tipos como este no las miren todas con el deseo mezclado con la cosa esa de que se le perdieron los doscientos pesos. ella en cambio lo miró y la segunda vez sonrió. lo desea, es claro. una mujer embarazada no tiene escrupulos de nada, todo es culpa de la cosa esa que lleva dentro. lo desea y se rie porque no puede andar deseando así como así por ahi por las salas de espera. y lo desea con furia, mientras sonrie con esa mueca, lo desea por el orto, lo desea adentro todo, y se rie y piensa, como me gustaría ser su putita, le chuparía, y se rie porque se sorprende a sí misma en ese nuevo rol de sex symbol embarazada, y le echa la culpa de estas revelaciones sin represión y tan novedosas a las criaturas que tiene en esa panza y piensa que ellos también lo desean, y que desean cosas tremendas como que la madre se prostituya con ese hombre tan encantador de la sala de espera. que tiene un perfume caro encima, y una corbata roja. punzó. con pintitas. y se rasca el cuello, docilmente. cómo sería algo dócil, piensa. y reconoce la mano, y la sueña en su entrepierna.
ella está caliente. sabe que es porque puede ser uno de los efectos del embarazo.
él está caliente. perdió doscientos pesos, se esguinzó la muñeca y se hizo mal el nudo de la corbata porque le dolía mucho, a la mañana. y ella es bonita.
y hola qué tal, y hola hola.
y el médico que sale y el siguiente. y el avión que llama y a bordo.
y el adiós que es incertidumbre, olvido, medias tintas, esas cosas de todos los días.

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