martes, julio 11, 2006

fruta de postre

sarmiento hablaba de que las ideas que no se matan. en realidad, y estoy de acuerdo con sarmiento, las ideas se roban. yo robo ideas, pero sarmiento robaba más ideas. no vale la comparación, sarmiento era un gran escritor, y yo sigo siendo un gran político.
es lindo pensar en el gesto de sarmiento cruzando los andes, escapando a chile, caminando entre sarmientos caidos, y escribiendo en la última piedra del territorio argentino (fanatismo de color) "las ideas no se matan". lo rotunda que es la realidad en la ironía conciente, el hombre lo escribió en francés, declarando abiertamente, esta es mi idea que no es idea mía. hay que tener cojones, che.
después de hacer eso el tipo escribió libros aburridisimos y muy dignos de leer, como el facundo y otros cuentos. el viaje a españa me apasionó, personalmente.
la cosa en cuestión venía sin embargo por el lado de las ideas. yo estaba pensando que puede ser que las ideas no se maten, pero que las ideas pueden morirse, solitas nomás. pueden morirse. mis ideas se mueren todo el tiempo, y como un cristo algunas de ellas y algunas veces pueden llegar a resucitar bajo quién sabe qué forma. por eso es que creo que no está bien forzar el desarrollo de una idea que por sí misma fue interrumpida, porque el instante de su crecimiento, el momento, pasó, y lo que pasa no vuelve (hay un boomerang en la city mi amor)...
debe ser, pensaba hace un rato, que debe haber varios tipos de ideas: las ideas grandes, de hombres grandes, que no se mueren, y las ideas pequeñas de hombres pequeños, que se mueren todo el tiempo. de todas maneras no puedo imaginar como pueden ser las ideas grandes o pequeñas. no me interesa tampoco.
tendría que haber escrito hace dos días atrás:
I
es la obligación de un chico trepar a un árbol. o a varios, en su defecto. yo trepaba árboles como cualquier hijo de vecino. mis amigos treparon también, todo el mundo que yo conozca ha trepado y trepa todavía. también he subido escaleras de todo tipo y color. infinitos escalones de contadas escaleras.
me gusta trepar. pero siempre me dio terror el descenso. el tema es que no tengo que mirar para abajo porque sé que me da vértigo, y no puedo evitarlo porque es una tentación tan grande. después siento el mareo y me tengo que sostener y es como que tengo que ingeniarmelas, como un ulises, para llegar al punto de partida. la primera vez que me pasó fue cuando subí al techo de casa, en una escalera de madera. me las tuve que rebuscar para volver a colocarme en la escalera. los árboles los he trepado igual, pero el descenso siempre fue una experiencia terrible. es que siempre hay que descender, uno no se puede quedar a vivir en la copa de un árbol aunque quisiera. porque se está bien ahi, se está bien, se ve todo. y esa soledad de la altura es elevadora.
el desafío de volver es inconmensurable, y el que lo logra aunque sea a duras penas, no deja de ser un héroe. unos de mis libros favoritos es la odisea. supe entonces que cuando se desciende se pasa por el infierno, inevitablemente.

II
ideas para contrabando
uno de los oficios mas leales de la época contemporánea es el contrabando. lo inventaron los ingleses cuando los franceses inventaron los derechos humanos. pero seguramente lo inventaron antes de eso, en la antiguedad, cuando inventaron las putas.
el narcotráfico, con todas sus tramoyas, es una cosa tan interesante como los movimientos financieros. no es casualidad que las mismas personas se encarguen de ambos negocios, son personas que se ocupan de todo lo interesante del mundo.
lo mejor de todo está en el momento del peligro y la persecución. hay personas inteligentes que están creando constantemente formas de engaño y escape, dos motivos fascinantes sobre los que habría hacer un merecido estudio detallado.
a mi se me ocurre que, sin ser inteligente, puedo contribuir con alguna idea. todos pueden hacer aportes porque de alguna manera, quien usa su propia voluntad de una manera decidida puede llegar a donde quiera.
por ejemplo, se me ocurre el siguiente engaño: ante una clásica situación de paso de frontera en automovil, donde los perros cobran un papel fundamental, se trata de engañar a los hombres que manejan los perros, que si bien ladran, no muerden ni saben hablar. habría que agarrar una cantidad de autos, por decir un número diez automoviles, que para un narcotraficante no es nada, y rociar con polvo de cocaína los asientos, pero apenas, como para generar el olor que los perros pueden reconocer. y en el equipaje de esos autos colocar ropa y nada compremetedor. cuando los policías, al décimo auto que tienen que desarmar, no encuentren nada, van a tener la obligación de sospechar de los perros. entonces es cuando entra en acción el automovil que lleva la droga, bien escondida por supuesto. todo esto debería hacerse en un lapso mínimo de tiempo. es muy probable que ese vehiculo pase sin problemas, sin ser perquisito. para verificar esta idea se debería consultar en una videoteca el filme "il mostro" de roberto benigni.
se aceptan sugerencias, siempre.

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