lunes, julio 22, 2013

el vino se hace el vivo

Una copa de vino para cada uno de los presentes, por favor. Esto es un momento de reflexión sobre el mundo y el universo. Johnson tuvo una noche terrible, la anterior, y no está con todas las luces. El aeropuerto tiene las luces que fosforecen, pero dentro del bufet se está bien, hay una iluminación atìpica para un bufet de aeropuerto, los que comunmente invitan a los huéspedes a irse rápidamente. Consumir y viajar. Este tiene una luz tenue, como la de un bar confortable. Johnson tiene una luz amarilla, como la de una puesta de sol, que le da en parte de la cara, haciendo un juego de sombras. interesante.
Johnson se refriega los ojos, Martha my dear lo consuela con una mirada. Largaron, que también es escritor, trata de retener frases que se dicen rápidamente Johnson y Gomez y Sinatra, frases del tipo te sentís bien, o una vez cuando estuve en Grecia pude observar las gaviotas como vuelan, como vuelan.
La vieja también había dicho la frase: Los gustos hay que dárselos en vida. Todos están en bufet, en el aeropuerto, y pareciera que todos están donde quieren estar, en el lugar correcto en el momento oportuno.
La oportunidad, eso es lo que parece salir a flote ahora, es el mejor momento de hablar de la oportunidad de darse los gustos, y no dejarla pasar.
Yo quise ser escritor, dice Largaron. A nadie le interesa el egocentrismo del escritor. Por eso hablan de viajes, de lugares que han conocido. En eso nos sentimos identificados, dice Martha, Martha my dear. Vos te llamás como una canción de los Beatles, dice Sinatra, que sabe mucho de música además. Yo me llamo así por la canción, dice ella. Mis padres vivieron en Southtampton una temporada, así como también en Uruguay. Y qué hacían tus padres, pregunta Largaron. Johnson está muy concentrado en sí mismo ahora, no habla tanto. Mis padres eran cantantes de boleros, pero su música favorita siempre fue la de los fabulosos cuatro. Yo crecí escuchando esa música, replica Gomez. Tuve una infancia muy normal, en un pueblo no muy lejano. Mi vida, como se dice, fue muy común. Podemos dejar de hablar de nosotros? apunta Sinatra, quisiera saber más sobre la historia de los padres de Martha.
Mis padres se conocieron en un calvario: estaban los dos muy comprometidos con la religión, pero pronto la abandonaron. Fueron ateos, testigos, rusos, jesuitas y un día fumaron un porro que los alegró un montón. Bueno, a partir de ese momento empezaron a salir.
Ah, no salieron de entrada, pregunta Largaron.
No, eso no sucede nunca. Nunca te pasó? Lleva tiempo conocerse, y eso es lo mejor, cuando dos personas que no se conocen quieren conocerse y bueno, ya saben cómo puede continuar esa historia.
Para mí eso no existe, dice Johnson. Acá mismo hay alguien más que tiene problemas y no piensa lo mismo.
Se miran entre ellos y se preguntan con las miradas. Johnson completa: no tontis, acá mismo no, pero si está en el aire, es él.
Un tipo pasa por la puerta del Bufet, parece que va apurado. Lleva una maleta chica, como para un viaje corto. Es el relator del fútbol, dice Largaron que además de ser escritor conoce a todo el mundo. No soporta a los poetas. Dicen que está más duro que una piedra 8 horas al día ese Vindo.
Mis padres se conocieron cantando boleros, esa es la historia real. Estaban en un bar, donde actuaba mi madre. Mi padre era el mozo del lugar. Luego del recital él se acercó a saludarla en los camarines y a preguntarle si deseaba beber algo. Comenzaron a hablar y ella quedó como sorprendida de que un simple mozo le preguntara si conocía canciones de las que ella nunca había sentido hablar. Bueno, dijo ella, el repertorio del boleros es muy amplio. Él entonces le cantó un bolero del que había sido autor. Ella no le creyó inmediatamente porque creía haber escuchado esa misma melodía y esa letra en otro lugar. Le parecía un plagio total el tipo. Pero él poco a poco la fue suavizando. Le dijo que compondría ahi mísmo un bolero para ella, y que si ella sentía alguna vez ese mismo bolero en otra parte se daría cuenta que él no le mentía. Ella prometió volver al bar si eso sucedía.
Y qué pasó? preguntaron en coro, todos juntos. Qué pasó?
ay chiquilines, dice Martha, cómo les gusta las historias de amor. Bueno, ella viajó mucho, por todas partes, y un día, en un lugar inesperado, en Francia, cerca de Niza, me gusta contar esta parte porque resalta mi conocimiento de mundo, conocen Niza no?
No dijeron dos, sí dijeron los demás dos. Pasan otros por la puerta del bufet, algunos se detienen a mirar al extraño grupo y luego sigue de largo.
Yo cambiaría el vino por cognac, dijo Sinatra. Es hora de un cambio, y el frío me lleva a pensar en cognac.
Entonces en un bar de un lugar cercano a Niza ella escuchó ese hermoso bolero que él compuso para ella aquella noche en que se conocieron, se llamaba No todos pueden hacer lo que quieran, y hablaba de hacer lo que se quiere no es lo mismo que hacer lo que se puede. Y obvio, como todos los boleros, hablaba de amor, pero ella recién lo entendió ahi, cuando escuchó ese bolero cantado por otra mujer. Entonces se acercó a la cantante y le preguntó de quién era esa canción, obvio que después que terminó el recital. La cantante, una sueca, rubia ella, no hablaba bien el español, pero se entendieron bastante. La sueca le dijo que ese tema había sido compuesto en un lugar muy lejano y que en ese momento lo interpretaban muchos cantantes de boleros, aunque el autor era un desconocido, que también había compuesto boleros como La miré ayer y olvidé el rencor, o La noche está como dios manda. Mi madre se sorprendió cuando la sueca dijo que también había compuesto Mirame una vez más, porque ese era su canción favorita de su propio repertorio. No lo podía creer. Inmediatamente abordó un avión y se vino para el bar, en donde encontró a mi padre. Desde ese día no se separan más, se fueron juntos a Nueva York, donde nací yo, a Southtamton, a Grecia, a Uruguay. Ahora viven muy cerca de aquí, en donde nos encontramos ahora.
Es una muy bella historia, comenta Largaron. Johnson completa con y por qué no todas las historias pueden ser tan hermosas como esa, eh? me pregunto. cómo es posible que las bellas historias no tengan más lugar en el mundo, que todos podamos contar bellas historias, eh?
Se emocionan ante una historia de amor, pero también hay historias de dolor en el amor, dice Martha my dear. Sino fijensé, esas historias son más reales, porque se parecen a las que les pasa a todos el mundo. Nunca te dejaron? El mundo es así, la gente se separa, sufre. No debería ser todo amor en el mundo.
Quizás haya personas que no merezcan el amor, interviene Sinatra.
Yo no pienso lo mismo. Todos merecemos de alguna manera el amor, quizás el amor que nos quepa, como el sayo.
Románticos, comenta Martha.
Gomez, que sí fue abandonado, dificultosamente dice mejor no quieran saber, no quieran entender.
La extrañás? le pregunta Martha.
Claro que la extraño, soy una persona.
Una vez conocí una pareja en Suiza que se amaban, empieza Sinatra, pero insistían en vivir separados. Él era escritor...
Como yo, dice Largaron.
Quizás no tan bueno como vos, sigue Sinatra. Ella quería ser albañila, pero tenía una beca para investigar filocitos. Descubrió la cura contra un montón de males. Eran muy macanudos.
Ya basta de tanta franela, pasemos a los viajes, dice Gomez. Hablemos de viajes. Qué bueno que es conocer gente por todas partes.
Martha my dear dice yo tengo amigos por todas partes, eso no está bueno porque no los podés visitar cada vez que te dan ganas. Sale caro viajar.
Es un lujo pequeñoburgués acota Johnson, ya repuesto de que casi se dormía al principio. Es un lujo que no es para cualquiera.
Tenés razón, tenemos que aceptar que tenemos gustos muy elitistas.
Pero bueno, somos esto, y quizás seamos algo más. Pidamos otro vino, o nos pasamos al porrón?
Piden otro vino. Es invierno, hace frío fuera del aeropuerto. Las luces del atardecer empiezan a retacearse. Se encienden unas farolas que se pueden ver por la ventana del bufet. Caminan en el frío cinco turistas llenos de bolsos, parece que vuelven a sus lugares de origen. Una mujer se apura a tomar un taxi. El frío hace pensar.

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