viernes, febrero 22, 2013

Insisto: o no entiendo o no quiero entender. Sí entiendo, si quieren que entienda algo, que todos pretendan lo de máxima: todos quieren ser el barça. Todos queremos jugar como el Barcelona, dando pases, haciendo circular la pelota hasta que se hace el hueco en que pasa y es gol. Y después a que corra el reloj. Todos queremos ser el equipo al que no le sacan el balón, y si se lo sacan lo recupera enseguida como un tesoro sagrado, y en el campo contrario. No debería existir la televisión, esa vidriera donde se muestran más cosas que existen en el mundo y uno no puede tener. No somos ni ahi el Barça, muchachos. Entonces, ¿qué es lo primero que tenemos que aprender? A cuidar la pelota, a tratarla bien: precisión y velocidad. Para esas cosas se necesita fuerza, entrenamiento, gimnasia. Para hacer cualquier trabajo se necesita precisión, y velocidad, y seguridad. Hay que convencerse de que lo que uno está haciendo está bien. ¿Y qué es lo que está bien?: darle la pelota a un compañero, pero dársela bien.
Ayer veía al Inter, al Liverpool, a Central. Había perdido el Barça dos a cero de visitante, no había encontrado los huecos contra el Milan que si te dormís te vacuna. No son buenos, pero el Barça estaba lento y cualquier equipo, con dos nombres te liquida y después juega al contraataque. Todavía festejaban los del Milan cuando empezaban los otros partidos. Liverpool jugó más tarde y es el único equipo que puede hacer circular la pelota. Una jugada impresionante, se hizo un hueco pero el jugador no vio el pase y volvió a atrás. El rival del liverpool, un equipo del este, presionaba sobre la salida, no los dejaban pensar, y entonces la pelota llegaba hasta el arquero y todo volvía a empezar. Lo llamativo del liverpool, que quedó eliminado contra este equipo de san petersburgo: durante 20 o 25 minutos los pases fueron de precisión magistral. No alcanza, también hay que hacer el gol. Una jugada que sólo lo hacen los jugadores del barça, avanzar y cuando se cierra el flanco dan un giro de 180 grados y salen para el lado contrario. Pero claro, los jugadores del Barça no solamente entrenan, también practican, y la hacen todo el tiempo, hasta el hartazgo, y en velocidad. Este tipo, no sé si del liverpool o del inter, seguro que del inter, dio el giro como si fuera catalán y terminó desparramado en el suelo agarrando la pelota con la mano y con amarilla. Era tan sencillo darle un pase a un compañero.
Eso me enerva, que no den el pase a tiempo. Eso es lo que no se justifica: el barça, cuando no da el pase, no lo hacen por angurrientos, sino porque lo van a dar, ellos juegan en equipo. Los equipos que quieren imitar a otros equipos, dan pases sin sentido, aun cuando se les parezcan a los del barça, pero no tiene objetivo claro, y cuando tienen que dar el pase, no lo dan. A esos jugadores, que le hacen daño al deporte, a esos entrenadores que no saben explicar los objetivos del funcionamiento del equipo, habría que desterrarlos del fútbol. Por eso voy a bancar a un Cappa, a un Caruso Lombardi, a un Pizzi. Juegan con objetivos, conocen a sus jugadores. Cappa cometió el error de pensar que el esquema se podía repetir: ese Huracán era básicamente los jugadores, y Cappa propuso una forma de juego. Funcionó y los cagaron en la final. Después no funcionó más, porque los jugadores no fueron tan talentosos como los de ese equipo y no se adaptaron a jugar a lo que el hombre, nervioso desde el costado, proponía. Sí le salió bien a Bianchi, que es un carismático en las relaciones sociales. Bianchi es el amigo que todos los jugadores quieren tener, porque les explica con sencillez lo que tienen que hacer, y que no se pasen de ese libreto. El tolo gallego, no te pronuncia una ese, pero sabe que el fútbol es ganar, es orden, y que no hay que boludear. Ramón, igual que el tolo (no es casual que hayan sido entrenadores de los mismos jugadores, son lo mismo). No sé quién tiene más garra de los dos. Mostaza, pura suerte. Russo, pura suerte y un poco de laburo. Falcioni: entrenador de equipo chico, campeón.
Me gusta el ruso zielinsky, me gustan los entrenadores que empiezan a tener códigos en colores: estamos haciendo un laburo, no me vengan a joder con river. Claro que sí, esa grandeza. Hay que desterrar la pelotudez de que el sueño sea llegar a river o a boca. Hay que ser ferguson. Hay que laburar mucho antes de ver los resultados.
Y el sueño, los sueños, solamente pueden ser dos: el primero es jugar en la selección y el segundo, el segundo salir campeón.

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