martes, febrero 17, 2009

el camello


CULTURA : LOS CURIOSOS TRABAJOS DE UN ESCRITOR UNIVERSAL Borges, el buscavida
El creador desempeñó tareas ligadas al lenguaje para ganarse la vida. Entre las menos conocidas están la confección de una revista para Subterráneos y un folleto sobre la Argentina escrito para la empresa Varig.
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Vicente Muleiro
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vmuleiro@clarin.com

No le voy a decir una cosa por otra -le dijo a Jorge Luis Borges la cajera del Banco Galicia de la sucursal de Marcelo T. de Alvear casi Maipú, luego de no encontrar el saldo de su cuenta que le había prometido informar-.-La señora acaba de matar la metáfora -respondió el escritor, tomando así por el camino del humor y de la liviandad.Es que la relación de Borges con el dinero difícilmente fue crispada. A partir de los años 60, con fama creciente, premios internacionales, ediciones en todo el mundo, conferencias y prólogos bien pagados, su situación económica se tornó más holgada. Pero hasta allí, aun sin sufrir apremios, vivió los avatares de un hombre de clase media alta venida a menos, que se defendía con la renta que le proporcionaban algunas propiedades de su madre, Leonor Acevedo, y también con curiosos trabajos ocasionales, de esos que aceptan los escritores por su habilidad en el manejo de las palabras. De estas peregrinaciones de ganapán es conocida su colaboración con Adolfo Bioy Casares, en 1935, para redactar un folleto publicitario sobre la leche cuajada La Martona (la lechería de los Casares que era la más importante de Buenos Aires) y su página en la revista El hogar -recopilada por Emir Rodríguez Monegal en el libro Textos cautivos-. También sus colaboraciones en el suplemento Multicolor de los sábados, del diario Crítica, de Natalio Botana, o su desempeño en la biblioteca Miguel Cané. Lo son menos su actuación como secretario de Redacción de la revista Obra, de Subterráneos de Buenos Aires, entre 1935 y 1936, durante once números, y la redacción de un folleto turístico sobre la Argentina para la línea aérea de Brasil, Varig, ya en 1965. Como recuerda su biógrafo Alejandro Vaccaro, el folleto de la cuajada La Martona le fue encargado por un tío materno a Bioy en 1935. Como la paga era tentadora (16 pesos por página) Bioy invitó a su amigo Borges (se habían conocido en 1935 en la casa de Victoria Ocampo) a participar de su confección. Ambos pasaron una semana en la estancia El Pardo de los Bioy en los pagos bonaerenses de Las Flores, cargados de bibliografía vacuna para ponderar el producto tal como se les había encargado. El resultado fue un texto decididamente antipublicitario, con despliegue erudito y un lenguaje alzado que se da de bruces con el impacto sin vueltas que se requería.Entre las exageraciones constan la sobrecargada biografía de Elías Metchnikoff, el ruso bajo cuyo método La Martona elaboraba el producto, las prolíficas citas científicas sobre los beneficios de la cuajada que se adornan aún con frases bíblicas y, entre otras cosas, la ejemplificación de las ventajas de su ingesta con la longevidad de una familia búlgara que tenía a la cuajada como base de alimentación: "Es clásico el ejemplo de los Petkof, once hermanos que rebasaron todos los 100 años, excepción hecha de María Petkof, que murió a los 91". Acaso las risas de Bioy y de Borges en el comedor de la estancia, calefaccionado con un hogar a leña, resuenen todavía. Entre 1933 y 1934, Borges trabajó junto al narrador y poeta Ulises Petit de Murat en el suplemento Multicolor del diario Crítica. La propuesta laboral de su director, Natalio Botana, fue en principio sólo para Petit de Murat quien puso como condición que la codirigiera Borges. Botana aceptó y allí Georgie se dio el gusto de combinar la práctica periodística con la literaria. Los relatos de lo que después fuera Historia Universal de la Infamia fueron publicados casi en su totalidad en ese suplemento, junto con reseñas bibliográficas, traducciones y ensayos breves. El entusiasmo por la publicación llevaba a Borges con frecuencia al taller de imprenta de la calle Salta para ejercer el control de la edición final.Mucho más alejada de la literatura fue, durante once números publicados entre 1935 y 1936, su función como secretario de Redacción de Obra, la revista de Subterráneos de Buenos Aires que sumerge al poeta en la más plana prosa institucional. Allí también se dio el gusto de escribir algunos comentarios de libros, de firmar notas con el seudónimo Daniel Haslam (apellido de su abuela) y textos de Bioy. En la década en la que consolida los rasgos más peculiares de su estilo, el narrador se daba un obligado tiempo para escribir y aun firmar una formularia alabanza a la Línea C (Constitución-Retiro): "La obra realizada -escribió en un inescapable registro anodino- es un verdadero acontecimiento, y singularmente para nosotros dado el carácter especial de esta publicación". Tras alabar que parte de la iniciativa se financió con suscripción popular, lo que para él significaba un radical cambio en los hábitos económicos de los argentinos, derramó un optimismo que el tiempo derrotaría: anunció la inmediatez de un nuevo ramal que unirá Belgrano con el Centro, algo que recién sucedería medio siglo después.Irresistible debe haber sido la oferta de la línea de bandera brasileña Varig para que Borges escribiera, en estado de consagración ya clamorosa, el folleto "Argentina, el país maravilloso" destinado a impulsar el turismo y el comercio aéreo. Este texto comienza con una frase orgullosa que hoy admite matices: "La República Argentina es, como el Uruguay, un país de clase media". Las marcas borgeanas están presentes en el texto con figuras como "la inagotable llanura" o "la hacienda que los invasores dejaron se multiplicó bíblicamente". En recorrida por las principales ciudades del país Borges se exalta con la producción cultural porteña: "Buenos Aires es la capital intelectual del continente: desde sus imprentas salen libros que hallan lectores desde Cartagena de Indias hasta los confines australes"; se detiene en Mar del Plata para alabar "las suaves playas que se dilatan entre el Puerto y el Faro" y describe el Hotel Provincial y "el vasto y azaroso Casino" o acude en ocasiones a remates al uso: "Mendoza, querible en la presencia, presente en el recuerdo, inolvidable en la nostalgia".Quedó dicho que a partir de los años 60, Borges ingresa a un cuadro económico más desahogado, derivado exclusivamente de sus habilidades y conocimientos literarios y de la creciente exposición mediática. Pero los visitantes extranjeros siempre se admiraron de que el escritor universal viviera en un departamento de 70 metros cuadrados en el barrio de Retiro. Su biógrafo Vaccaro cuenta que Borges difícilmente se quejaba de su situación económica, que era desprendido con los objetos y aun con los libros que solía regalar después de leerlos o de que se los leyeran. Guardaba los billetes en un volumen que en las tapas tenía la figura de un camello y cuando las reservas se agotaban y debía retirar dinero del banco, le decía a Fanny, su mucama:-Vamos a darle de comer al camello.


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