jueves, octubre 02, 2008

el ombú

de lejos se puede ver, son luces como si hubieran espejos al final. no es lejos, es ahi, lejos.
siempre uno puede mirar allá, y es entretenido ver. todo es de fuego, todo es verde. parece mentira.

después llueve. hace frío, hace calor. no hay demasiadas alternativas. si te mojás, tenés que tomar un taxi, dicen las recomendaciones. pero qué pasa cuando no hay taxis, cuando no hay nada. hay que mojarse nomás.
quién más se subiría a este traqueteo para llegar, para ir hacia los espejos, para comprobar que al final estaban ahi y tener la certeza de que alrededor de eso no hay huellas, que sos el primero en llegar a un lugar donde nunca antes nadie pudo llegar jamás.

1 comentario:

sabra dijo...

cuando vivía en Ramallo tenía una plaza enfrente que era mía. la plaza a su vez tenía un ombú. la inmensidad de sus ramas me raspó mi niñez trepadora. de adolescente los besos bajo su sombra quedaron. hasta un mito se sacudió en la noble madera: el de Fernandito Gianni, que se hizo la paja en el ombú.
a veces miro el ombú cuando voy a ramallo. no lo veo tan grande, ni tan sólido. tiene la mitad del cuerpo medio seco. los niños igual se trepan en la nave.

saludos pampeanos, nico