jueves, junio 26, 2008

la cia se divierte

ocurrió que el grado de paranoia que tenía el tipo era tal que no podía ver la gravedad del asunto. o sea, se sentía perseguido, pero por quién? qué tenía él que pudiera interesarle al resto del universo?
el decía que la cia lo perseguía, y que no sabía por qué era. todo se aclaró cuando encontramos los documentos en el allanamiento que hicimos en su casa, dos días después de su muerte. el tipo había descubierto algo que nadie se imaginaba, pero que no representaba ningún peligro para nadie.
él mismo llegó a decir, en un ataque paranoico, que el bien de la humanidad dependía de él, y exageraba. así y todo puso en el orlo a una organización grossa como la cia, al filo del abismo.


se encerraba en los baños de las estaciones de servicio, decía que estaba rodeado. se lo veía salir cautelosamente a la medianoche y perderse en la oscuridad barrial, comiendo un sanguche que el playero de la estación le dejaba junto a unos tarros de aceite. caminaba pegado a las paredes, controlando los movimientos a 360 grados. para caminar una cuadra necesitaba diez minutos. un promedio de seis cuadras por hora, razón por la cual nunca se alejaba de su casa más que doce o quince cuadras. o sea, el mundo para él significaba un diámetro de treinta cuadras. pero no siempre fue así.

una noche de verano, común como cualquier otra noche, incluso de invierno, salió de su casa hacia un bar. todavía no había tenido el ataque maníaco paranoico. entonces sólo se dedicaba a inventar una bomba capaz de transportar agua desde lugares lejanos a 100 km a una velocidad de 800 km/h. realmente una bomba de tiempo, pero era incapaz de despegarse de los planos para llevarla a la realidad. entonces fue cuando se encontró con un auto rojo del que salieron cuatro hombres, uno de ellos tapó la entrada del bar y los otros tres se abalanzaron sobre él diciéndole: "dejá en paz el montículo, porque sos boleta". el tipo creyó que se referían al invento y que los hombres que ahora escapaban en un auto rojo con la música al palo, eran de la cia y que lo estaban vigilando. resulta que los tipos se habían equivocado y eran unos cualesquiera, pero no había manera de convencerlo.

tiempo después se dedicó al mutis, pero nunca dejó de investigar. su gran descubrimiento fue el de hallar en un peine rastros de un mono. pero el mayor fue el que puso en peligro en verdad, y sin saberlo, las estructuras del servicio de inteligencia más grande del mundo.
una tarde de verano se puso a desarmar un micrófono que usaba para registrar sus notas, y que estaba funcionando a bajo nivel. encontró que el mecanismo del micrófono tenía un componente que no servía a ningún fin, por lo que le llamó la atención. inmediatamente desarmó otros micrófonos para ver el armado y el uso, y encontró ese mismo componente, grande como una pulga, que era inútil, pero omnipresente. comenzó a ver esas pulgas en todas partes, en la heladera, debajo de las sillas, en el lavarropas. le llamaron poderosamente la atención y comenzó a investigarlas. las puso bajo la lupa y descurió que era un sistema de sonido que transmitían via satélite todo, absolutamente todo, a la cia. estabamos rodeados y no nos dábamos cuenta. cada grano de polvo tenía una pulga y nadie antes que él se había percatado.

pero lo que desencadenó en su paranoia anormal fue el hecho de haber sido abandonado por una mujer, luego de interminables infidelidades por ambas partes, lo que lo llevó a la desesperación a tal punto que se puso a hablar con cada micrófono que encontró a su paso, llamando a la cia y pidiendo su ayuda en este caso de abandono. insistió durante meses, hasta que un día vio llegar: era un helicóptero verde con las letras pintadas: cia. se bajaron dos ursos que le dieron una paliza anómala. desde entonces solo atinó a esconderse en los baños de las estaciones de servicio. recuerdo haberlo escuchado que decía: "cuando llegan en helicópteros te cagan a trompadas, pero si vienen en platos voladores te abren el camino del más allá..."

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