martes, junio 24, 2008

el potro y gardel en el día de san juan

De los discos que manda Juan a mi me gustaría hacer un comentario sobre uno, creo que el que más he escuchado, y por lo tanto, el que más me gusta de todos: Giros



Se trata de un disco más, pero a la vez un disco único. Con una idea conceptual en sonido (un piano sintetizado que reedita las formas de la moda de los 80 y una batería enlatada del difunto wirtz), el disco condensa los hits más mentados, que no por eso caen en la banalidad.
Se abre con un ritmo tanguero para giros, con un bandoneón que dialoga con la letra de la canción, y un solo estremecedoramente memorista. La letra no solo hace alusión a Discépolo: condensa una percepción del mundo desde la vista de un artista extremadamente sensible: “todo da vueltas como una gran pelota”. La voz de Fito trasluce en su voz también ese submundo al que pertenecía, de drogas y alcohol, que es el heredero de aquel submundo porteño de malevos de antaño, ahora transformados al rocanrol. Este disco es el exilio del artista, y se abre hablando del exilio: el artista sale de su lugar de nacimiento y se introduce a la gran ciudad (la fama) eligiendo como puerta de ingreso el under, porque el tipo impone la moda de ser under antes que esta exista. Luca Prodan, el mito de ese ambiente, lo niega, dice que creía que ese Fito era un hijo de Charly. Pero Luca es un fino, de educación europea, devenido a menos al no poder ser otra cosa que víctima de las modas: las drogas y el alcohol.
El rocanrol es lo de Paez, y eso está en el tema dos del disco, “necesito declararme en cortocircuito, me pasé la vida viendo cómo hacen el mundo sin hacerlo yo”. Es rocanrol, y politizado. El tiempo de “de eso no se habla” se acabó. Giros, que es de 1985, introduce el tema del gobierno de Alfonsín desde otro punto: si para el presidente lo importante es la participación y la democracia es algo que hacemos todos, el compromiso del cantante es “hacer el mundo”, al que le viene a ofrecer su corazón. El tema 5 es el himno por excelencia, cantado en todos los idiomas: “cuando los satélites no alcancen, yo vengo a ofrecer mi corazón”.
Cuando en la canción dice: “y hablo de países y de esperanza”, tiene que quedar claro que el tipo no habla de otra cosa, sino de esperanza. La esperanza es el condimento fundamental, es el futuro, es la justificación del disco y de la música y del arte. No está diciendo otra cosa que “vale la pena”, lo que sea que valga la pena.
No caben dudas que 11 y 6 es una canción hermosa, que todos hemos cantado. Pero Narciso y Cuasimodo es otra vez rocanrol, guitarras eléctricas al palo y estremecimiento. Cable a tierra es la canción elegida por todos, otro himno, que repite conceptos que ya están en el disco, pero aborda claramente una temática que tiene que ver con las drogas: otra vez el mensaje de esperanza. Acá se juega la canción en el arreglo melódico, retoma la tradición de charly y spinetta de conjugar la melodía con la letra.
Sin dudas mi canción preferida es DLG, la última. Es a través de la copla el regreso a las raíces. La baguala, “un fuego un pantallazo un rayo de luz conmovedor, una tormenta, una música infinita.”
Me preguntaba cómo grabaría Fito Paez este disco hoy, si tuviera que rehacerlo. Quizá le ponga otros instrumentos. El baterista sería otro. El sintetizador quizás sería de última generación. Sofisticado, contundente. Pero la austeridad de aquel de 1985 no sólo le agrega valor a la obra, sin dudas la identifica, la humaniza, la ilumina…

1 comentario:

Luisina dijo...

hablando de fotos con besos.