miércoles, julio 11, 2007

Ulises y el mono 28


Ese es el problema con el mono. Un problema que no es un problema; problema es una palabra que suena demasiado fuerte, es mucho decir. Dicen que la palabra problema tiene colores fuertes, o llamativos, como las palabras que tienen un halo de negatividad. Pero yo no creo que la aromaterapia así que no veo el por qué de no decir problema. Es como poema pero con un par de letras más.
El problema es el siguiente, y lo cuento mientras el mono se peina los cuernos y baila al mismo tiempo “si è spento il sole”: mi mujer no sabe de penny lane más de lo que siempre supo. Lógico. El que sabe todo es el mono. Y el mono que me retiene aquí o me incita a ir allá según capricho, según se despierte aquel día. Yo le hago mucho caso a mi mono porque siempre me dio muestras de ser un tipo medianamente inteligente, y moderado. Pero algunas mañanas, cuando en la ruta venimos con el camión ya vacío, volviendo a casa, él me mira con esos ojos de dolor y entonces tomamos un desvío y viajamos un día más. Y esa noche siempre la pasamos en lo de penny lane.


Esa vieja bruja, penny. Siempre tiene algo increíble para contar. En su living es en el único lugar en el mundo en que el mono se sienta y se queda prestando atención a todas las palabras que se puedan decir, como falseando, como drogado. Ese mono es un espécimen raro. Es que el mono entra en casa de penny como si fuera a una sesión de tarotismo, quiromancia o adivinación del futuro. Aunque estar en casa de penny no tiene que ver con el futuro, sino con el pasado. Las historias de penny lane son de lo más impresionantes que el mono pudo escuchar en su vida. A mi no me impresionan porque en muchas de esas historias también estoy yo, y he visto muchas películas que me impresionaron más. Pero cómo las cuenta, penny, no tiene imitación. Siempre lo primero que hace, eso me dí cuenta, es bajar las luces, y sentarnos a todos alrededor de una mesa redonda. A mi me pone un café con leche y al mono un chocolate y un wisky. Ella toma mates. Es que las historias que cuenta son largas, siempre, porque ella tiene esa forma de contarlas, que las hace largas largas, como un partido de fútbol de enanos.
Penny lane. Le pusimos así un día, era a la tarde, que llovía y entonces no podíamos salir a jugar a la vereda. Penélope que siempre tuvo tres años más que yo, tenía un tocadiscos y lo trajo esa tarde. Yo ya me había apropiado de todos los discos de los beatles que circulaban en la familia, y escuchabamos todas las canciones de éxito, siempre, cada tarde. Pero esa tarde ella me explicó que había que prestar especial atención a las otras canciones, a las menos exitosas. ¿Cómo se puede saber cuales canciones de los beatles son menos exitosas? Todas las canciones son hermosas. El mono, mucho más tarde lo supo y lo confirmó. Pero en esa época eramos tan chicos, y los beatles cantaban para nosotros. A veces jugábamos a ser los beatles. A mi siempre me daba igual entre ser paul o john. Podía ser george o ringo tranquilamente, pero como era facherito me ponían siempre de paul o john alternativamente. Y porque tenía una guitarra que también había heredado de un bisabuelo que tocaba chamamé en una orquesta. Pero esa tarde no estabamos jugando a ser los beatles, nos superamos inmediatamente, quisimos jugar a ser personajes de las canciones de los beatles, y a Penélope le toco ser penny lane, para siempre. Nunca más recuperó su nombre, porque desde ese momento en que la bauticé (con mi super banana bautizadora que ya en esa época ostentaba, como algo que ya me llevaría hacia el camino de la monada…) ella se fue tan contenta que en su casa ya la empezaron a llamar así y en la escuela también. Y así siempre se hizo llamar penny lane, hasta que a los 19 años fue al registro civil y se lo cambió oficialmente y para siempre.
Recuerdo que esa misma tarde penny me bautizo rocky racoon. Pero no prosperó. También quisieron llamarme piggies, y yo me quejé de que estaban viendo solamente en el álbum blanco, y entonces propuse sun king, que está en abbey road, pero penny ya se había cansado de jugar y quiso pasar directamente al ajedrez. Y después de eso no pasó mucho tiempo para que penny llegara a la adolescencia y se separara de mi, y todo lo que vino después.


Penny cuenta historias que parecen mágicas, pero sé que de mágicas no tienen nada, son todas mentiras. Penny es una artista de saber contar. El mundo está lleno de imbéciles que dirán que penny gasta pólvora en chimangos contándole con todas luces sus historias a un mono. Pero lo que disfruta ese mono no tiene punto de comparación, y nosotros disfrutamos viéndolo a él, cuando cierra sus ojitos como soñando, como recreando una escena y su escenario, con todos esos pelos que le salen del cachete y de las orejas, y esa camisa roja que le compré una vez en un supermercado chino. Y la historia siempre empieza igual, siempre penny que estaba en su casa haciendo esto o aquello y que ella resume en “esa tarde estaba en mi casa cociendo, o cocinando”, y el mono ya sabe que viene lo otro, el elemento mágico: “cuando escuché un ruido que venía de la puerta del sótano”, o “cuando ví aparecer en la ventana una mariposa violeta.”
Ese mono… hay que verlo cuando se concentra, entra en éxtasis. Y se va tomando despacito su wisky on the rocks. Porque este es un mono que le gustan las cosas americanas, pero el wisky escocés, johnny Walter. Cada noche.


Creo que una de las mejores historias que escuchamos fue la que nos contó el verano pasado, o hace dos veranos. El tiempo se me confunde, que locura, eso me pasa por andar por la ruta todo el tiempo, y con mono. Impresionante. No… si que.
Esa noche veníamos del norte, creo que de llevar papas, u ovejas. O las dos cosas juntas, porque varias veces se me dio de llevar dos pájaros de un tiro. Volvíamos vacios, y el mono andaba medio cansado y me mira, así como poniendo cara de “no te voy a poder cebar cuatro mates porque me duermo”, entonces, en el silencio de la ruta, me confundí de seña y entendí que el mono quería pasar por lo de penny lane, a escuchar sus historias. Yo pensé nomás, pero en realidad me confundí con mi propio deseo, porque ese día había leído el horóscopo del diario y tenía que hacerle una consulta a penny sobre unos negocios que no me voy a poner a detallar ahora.
Desvié por el camino pero el mono no se dio cuenta porque estaba ya dormido. Cuando llegamos lo despierto y el mono mira y pone cara de “fiera, qué hacemos acá?”, y yo le digo, “pero si vos me pediste que vengamos”, y el me dice “sueño, no penny”, y a continuación una palabrota que se inventó él que yo traduciría como boludo pero no queda bien ponerla acá. Pero ese mono, para decir palabrotas es especial, cosa que otros monos no hacen porque no saben lo que significan las palabrotas, o cuándo usarlas.
En fin, el mono se despertó y ya se despabiló. Igual, como le gusta ir de penny no iba a decir que no. Asi que ahí nomás se entusiasmó y a los abrazos con penny a la llegada y todo.
Después de cenar, café con leche en la mesa, wisky con chocolate y ella a los mates. Bajó las luces y empezó sin que le pidiéramos que nos contara algo ni nada…
“Te conté”, dice dirigiéndose a mi, pero para empezar la historia para el mono que ya emparejaba los ojitos de concentración, “te conté del día que fuimos en carpa a la orilla del rio la cañasca? Era una tarde que yo estaba en casa cocinando y resulta que cae una amiga mía que se llama claudia que vive en chivilcoy desde hace como veinte años, pero somos re amigas, y bueno cae y me dice: “penny te venimos a buscar para ir a un retiro espiritual.” Yo la miro y le digo: “lo lamento mucho pero yo ya dejé esas cosas, como lo sabés, y además estoy cocinando”. Ella insistió, “pero dale penny, que nos vamos a divertir mucho, que pin que pan” y eso. Y entonces me dijo que iba a ir el rubio, y a mi se me frunció, claro, el entrecejo, y cuando dijo la cañasca no pude seguir cocinando, porque es verdad. La cañasca es un rio que pasa muy cerca de loreto, pero está muy escondido porque pasa por entremedio de los campos y nunca se ve desde la ruta, o sea que la gente no sabe que hay un río, sólo los que saben mucho saben que hay un rio ahí. Y yo sabía pero nunca había ido, y la verdad es que hacía tiempo que deseaba ir porque ya me habían contado cada historia, mirá… que se te pone la piel de gallina. Te acordás de la historia de la cantinera y la pechuga de pollo ahumada? Bueno, ahí había sido, y la de la aparecida de la luna tatuada en hombro también. Me dice la claudia: “penny dale, son dos noches nomás, es en el casco del campo de don quique, el tenor de la iglesia de la merced”. Dije que sí y me reservé con reservas para el fin de semana, porque si bien quería ir, no me enloquecía la idea de ir, porque ese fin de semana claro, era el cumpleaños de roberta y lo quería festejar pero bueno. La cosa es que fui. Los días antes de ir, me acuerdo que había algo como que me desvelaba, como que no me dejaba dormir. Encima la luna estaba por llenarse y eso me puso más nerviosa, porque todas las cosas que cuentan sobre ese río son con la luna llena iluminando el terror de cada historia. Cuentan cada cosa, apariciones, palabras dichas por el viento, mensajes cifrados escritos en las nubes. El río la cañasca es un misterio digno de investigar, si no fuera por el miedo que tienen los dueños de los campos a perder esos terrenos que son los más fértiles del continente y por qué no del mundo. Así que con susto y todo fuimos al casco de don quique, el tenor de la iglesia de la merced, que nos recibió con un aleluya a toda voz. Creo que para empezar el retiro tuvimos que escuchar un concierto entero de quique, que le encanta llamar la atención. Recuerdo que hizo una versión de o sole mio que duró aproximadamente veinte minutos, y no sabíamos que era que se le había rayado el disco o qué pero sostenía las notas como para que quede en la eternidad o para matarnos, verdaderamente. De todas maneras es un gran cantante, y no necesita hacerse propaganda porque ya es famoso en todos lados, y todos lo conocen. Y a él le encanta regalar a la gente cantándole por las calles, con su teatro parsimonioso, entre diabólico y payasesco, porque no se decide si a inspirar terror o gracia.
Cuando terminó el concierto llegaron los curas a dar las bendiciones inaugurales del retiro y se impuso el silencio de los retiros rezando unos cuantos aves marías y para mis adentros pensando “qué raro todo coso, que estaré yo haciendo qué aquí”. La respuesta siempre fue la misma: vine a ver el famoso rio la cañasca.
La cosa es que pasaron como tres horas y de cañasca ni cañasca, todo era dios, los santos evangelios y los santos mandamientos de moisés en el monte de los olivos. Yo de olivos estaba hasta las aceitunas. Pero llegó el momento como todo, porque todo llega a su momento…


“Pero penny, cómo es que nunca nos contaste esta historia”, le dije. “Es que el tipo que me la contó, este que te digo, me pareció un mentiroso tan grande, y tenía la cara llena de barba, como todos los mentirosos, que no le creí y lo dejé ahí. Hasta que pasó esto, ayer, y sale todo, y ahora no sé qué pensar. Viste. Creer, o reventar.”
Pero cómo iba a creer. Era verdad que la historia tenía todo el aspecto de una mentira, “mentira grande como un palacete central”, dijo el mono, mientras sonreía satisfecho porque a pesar de eso, le había encantado la historia. Al mono, al mono le gustaban las mentiras. Les gustaba distinguirlas, descubrirlas. Es un mono con un instinto. Mucho, muchísimo. Lo había educado escuchando las historias de penny lane y siempre decía al terminar, “mentira” o “verdad”.
Esta historia parecía mentira, mentira de pies a cabeza, mentira por todos lados. Fantasía del más allá. Sin embargo algo había pasado, y era innegable que la mentira tan grande se teñía de duda. Ya no podíamos estar tan seguros de la mentira.
“Vamos penny, qué pasó entonces? Tan segura estas de lo que te pasó ayer? Seguro que no soñabas? Segura?”.
“Segura”, dijo.








“Entonces vino el cura, un párroco de un pueblito de no sé dónde, en bosque en tucumán o santiago del estero, bosque chaqueño. Me llamó la atención porque era de apellido palavicini, y yo le pregunté si era algo del chaqueño palavecino. El cura me miró y poniendo cara de indignación dijo: “sólo vecino”, lo que me causó mucha risa. Pero después de eso el tipo era un cretino. Yo esperaba que sea más divertido, y la risa que me causó el chiste ayudó a que lo esperara. Pero no, era bastante misterioso, como inmerso en un mundo propio. Entonces empezó a hablar este tipo y dice: “como todos sabemos estamos aquí, en este retiro del espíritu, para ensalzar a dios a través de los misterios de la naturaleza. Muchas cosas son verdades y muchas no. De las verdades de cristo nos ocupamos cada día en la eucaristía que significa buena carestía, comunión, que significa estar juntos. Y estamos juntos, hermanos, aquí, para desmitificar, demostrar, dejar a la luz la mentira, que significa decir la verdad. Mucha gente de esta comunidad está preocupada, y más últimamente, con el misterio que circula con el río la cañasca, y esto alarma a la población. Aquí está nuestro hermano freddy, que viene de mercury, de estados unidos de america. Nuestro hermano es sacerdote exorcista, y él nos va a acompañar en este retiro para echar luces a lo que podamos experimentar. Ustedes que están aquí han sido elegidos por el señor para ser testigos de lo que vamos a ver.”
Dicho esto yo empecé a pensar que esto no era un retiro espiritual. Inmediatamente le dije a la claudia: esto no es un retiro espiritual. Ella respondió: “ah no te dije, no, no es un retiro espiritual, bah, no es un retiro como los de siempre. Es para desmitificar el rio la cañasca, nosotros somos los testigos de la bondad de nuestro señor”.
Uy dios, dije, dónde me he metido. En seguida me di cuenta que no sólo iba a conocer la cañasca sino que a la vez iba a poder ver mucho más de lo que hubiese querido saber al respecto.”



-Pero cómo no me lo habías contado.
-Ya te dije, porque lo que pasó ayer me refrescó toda la historia y entonces empecé a pensar que puede ser verdad, y entonces cuando me pasa eso es cuando te lo cuento, o sea ahora, hoy.
-Y si nunca me lo hubieses contado, yo nunca te podría contar lo que me pasó antesdeayer, que ya me estaba por olvidar.
-Viste que no soy la única que se olvida de las cosas.
-Si, pero viste, yo tengo mono que me hace acordar, así que tarde o temprano te iba a tener que contar.



Ahí salimos con todo el grupo a hacer la primera excursión. La verdad es esa, fue una cosa que yo pensé que iba a ser más impresionante. Pero fue una verdadera experiencia para el olvido. Y pasó hace tanto…
Salimos y éramos un montón que parecíamos desesperados por conocer la cañasca, el río del misterio. Eran las cinco de la tarde, y ya habíamos rezado tres rosarios mientras nos engañaban con eso de que era un retiro. Después me enteré que habíamos rezado tanto porque el cura yanqui, el freddy ese, no llegaba. Se había quedado encerrado en un baño en el convento donde estaba parando.
Bueno, la primera impresión es la que cuenta. El viejo quique el dueño del campo dijo, vayan para allá que ya lo van a encontrar. Así que salimos todos caminando. Uno sugirió ir rezando por el camino, así se hacía más corta la travesía. Yo me escondí entre las últimas para no tener que andar disimulando que no tenía ganas de andar haciendo mímica con la boca.
Igual, fueron cinco minutos. Cinco minutos para llegar y ver ese chasco. El chiste más grande que jamás una persona podría imaginar. El río la cañasca. Un rosario es más ancho que el río la cañasca. Cómo te explico: te acordás del arroyito ese de las sierras de córdoba, que pasábamos saltando o vadeando por el otro camino? Bueno, ese arroyito era más lindo y pintoresco que este “río”. Claro que además de porque estaba rodeado de sauces. Este la cañasca no sólo es ancho ocho pasos, tiene ocho árboles, ocho curvas, y desemboca en la laguna del levante, que se llama así porque da cerca del patio del último piringundín del pueblo.


Esto no es casual. Éramos ocho los asistentes al retiro. Tenía un sentido. Algo estaba bien, pero yo no lo pensé, no te digo, hasta ayer. La primera recorrida, te diré, fue de reconocimiento. El cura freddy hablaba en una lengua que no era inglés, decía mucho mburucuyá. Sonaba a africano y tenía sentido porque freddy era descendiente de africanos, saltaba a la vista. Pero no era africano, por lo que pude averiguar, es una lengua que sólo saben hablar las ánimas en pena. Y freddy, por supuesto que cuando se recibió de exorcista debe haber hecho un curso de esa lengua, con profesores muertos en pena, seguramente.
Aunque parezca gracioso no lo es. El tipo iba diciendo cosas que nadie podía entender, y todo olía muy sospechoso. Y cada cientocincuenta metros másomenos, se frenaba y dibujaba con el pie una cruz. Una cruz gigante en el piso, en la tierra. La cruz era coronada con dos piedras grandes puestas a propósito. Cuando puso la última piedra me dí cuenta que cada vez que ponía una piedra decía palabras más claras como “inborniti”. Parecía latín. Me pregunto si se habrá aprendido bien la gramática de esa lengua desconocida para los vivos. Y en tal caso, conjugará bien los verbos? A lo mejor los muertos estos se le ríen por el acento.
Terminó la recorrida de reconocimiento y el cura palavicini dice: “y ahora nos vamos a ir a dormir todos en silencio.” Y yo dije: “a dormir, qué raro, si son las seis de la tarde recién”. Pero nadie me apoyó, todos bajaron la cabeza en silencio y se fueron sin prestarme atención. Accedí a dormir porque no tenía otra cosa que hacer. La verdad es que no sé bien por qué pero me dormí enseguida. No sabía si había sido que el río me había dado sueño, la recorrida... o simplemente el aire del campo. La cosa es que todos dormimos inmediatamente. Y eso que era verano, oscurecía a las nueve. Y dormimos hasta las diez. Cuando despertamos los curas nos estaban esperando con una cena maravillosa. Parecían más buenos en ese momento. Después, mientras cenábamos, nos enteramos que los curas estos también habían dormido y que todo lo había preparado la criada de don quique, el tenor de la iglesia de la merced. Un detalle: me daba risa que don quique manejara un mercedes para ir solamente a la iglesia de la merced. Y la risa que me dio ver a la criada en el mercedes, practicando dicen para la carrera del domingo, porque era copiloto de un corredor de rally con el que también salía.
Durante la cena la gente reía y se acompañaba de buen vino. Las risas y la alegría realmente contrastaba con las mismas caras y gestos tan extremos de media hora más tarde, cuando tuvimos que salir a hacer lo que fuimos a hacer: la guardia nocturna de la cañasca.
Nos dividieron en cuatro parejas. A mi me tocó con el viejo andrés, un compañero de escuela al que apodamos “el viejo” en otras épocas solamente porque era remitente por segunda vez y era por lo tanto el mayor de la clase. Entonces nos dijeron: id cada pareja y sentaos cada uno en una piedra, mirando al centro de la cruz, y esperad a que nosotros vayamos, porque iremos uno por uno.
A nosotros nos tocó montar la guardia en el tercer punto digamos, si dividimos el río en cuatro. Nunca nos enteraríamos en realidad lo que pasó en los otros lugares, pero en realidad ahora estoy segura que no pasó absolutamente nada.



Pero una pavada. Me quedé hablando con el viejo andrés como hasta las dos de la madrugada. A esa hora vino una persona a ver qué tal nos iba. Nos preguntó por si habíamos visto algún aparecido o algún fantasma y se fue. A las tres apareció otro y preguntó. Ese se quedó charlando un rato. Los que no aparecieron fueron los curas, que pensamos que se habrían ido a dormir pero después nos enteramos que se habían quedado charlando con los del segundo punto de guardia. A esos les pasó que vieron un movimiento extraño y creyeron que podía ser un mensaje e hicieron un ritual y rezaron a más no poder. A la mañana se dieron cuenta que sólo eran vacas que estaban del otro lado del río.
Lo interesante fue el diálogo con la segunda persona, la que vino a visitarme a las tres. Digo a visitarme porque el viejo andrés había ido al baño y me quedé sola, no sé, quince minutos, media hora. Fue tan irrelevante el diálogo que ni se lo comenté al viejo andrés hasta la noche siguiente. Yo pensé que era Carlos, uno de los del retiro que justamente estaba en el segundo punto. Fue breve, dijo: “y? está fresco.” A lo que yo dije “sí”. Y dijo “todo bien eh, no nada?”. Yo respondí “nonada”. Y se fue.
Al día siguiente Carlos no dijo nada, pero saludó. Con eso yo confirmé que había sido él, pero tampoco pensé que podría no serlo.
La segunda noche también pasó este “Carlos”, mientras los curas exorcizaban el segundo punto, como si las vacas estuvieran endiabladas. Ahí no estaba sola. El viejo andrés se había quedado dormido, así que no lo vio. Era tan igual a Carlos que no podía pensar que podía ser otra persona. Y tenía la misma voz. Ahí el diálogo fluyó un poco más. Dijo cosas extrañas, muy ambiguas como: “estos curas se piensan que saben de todo”, y “en este río, lo sé porque yo ya lo conocía, en este río no hay más que yuyo y agua, te lo digo yo, puro yuyo”.
Al principio a decir verdad le presté un poco de atención porque me caía simpático aunque un poco pesado porque era famoso este carlos porque le gustaba hablar de más. Asi que la verdad es que no registré mucho lo que dijo y así le resté importancia después, y al día siguiente, cuando pensaba que era carlos, y hasta ayer. Recuerdo que dijo algo como “acá a los yuyos los cortan con la guadaña, porque hay tanta piedra que no se puede entrar con los tractorcitos.” Después se puso a hablar de la guadaña y que el filo y que había que afilar. Y dijo que eso de las apariciones son pura superstición y que una vez había hablado con el viejo que vio a la muerte. De verdad que yo tenía sueño y los chistes esos de la muerte me los sabía todos así que de verdad no prestaba atención. Sí quise escuchar un par de detalles que al principio me entusiasmaban pero después concluía con estupideces. Como por ejemplo: “en historia del arte suelen dar las diferencias en los distintos tipos de detalles con que representaban a la muerte. En Alemania la muerte es masculino, mientras que en los países latinos es una mujer.” Ahí yo quería seguirle el discurso, pero el tipo concluía el discurso: “en Italia una vez vi documentales de eso, un programa muy bueno que daban los jueves”. Después se puso a hablar de una vez que encontró a un tipo que había visto a la muerte y que andaba con una carreta tirada por un caballo marrón. “Alazán”, pensé. Dije. “Zaino”, corrigió. Dijo que el tipo había visto a la muerte y que contaba un montón de historias, y que vivía por la zona, y que sabía la verdad de la cañasca. “El único que sabe” dijo. Después se fue. Y al día siguiente no pasó nada y yo me volví a casa pensando que había sido carlos, hasta ayer.

Ayer a la mañana me lo cruzo a carlos. Iba para el banco. Pasó a toda velocidad, pero alcanzó a decirme: “no era yo, sabé que no era yo”. Yo me quedé pensando en la rara conjugación que usó en ese momento del verbo saber. A la tardecita se resolvió el misterio. Yo estaba cocinando acá y me tocan el timbre. Salgo y veo a un viejo que tenía una carreta tirada por un alazán. Ahí me cerró todo. Alcancé a pensar: “viste que era alazán, salame”. El hombre este me pidió un vaso de agua, y yo lo hice pasar después de que estacionó el carro. Tomé nota de todo lo que dijo, después de que se fue por supuesto. Dijo: “yo soy el hombre que vio a la muerte, claro que usted lo sabe porque se lo contó mi amigo charles de charlestown”, que vendría a ser el tipo que se parecía a Carlos. “Cuente nomás”, dije. “En el año 34’”, decía, “fue un gran año, una gran cosecha. Estaba lleno de trabajadores en el campo que daba a la cañasca, que entonces era todo del mismo propietario. Una noche unos bandidos invadieron el lugar y al día siguiente faltaba casi toda la gente que se había ido asustada para la ciudad. Esa noche yo no estaba en el lugar porque me había ido a tomar unos mates a la orilla del río. Entonces vino esta mujer y me dijo que iba a ser un viejo con carreta, y me dijo cosas como: “no es verdad que la edad moderna empiece con el racionalismo de descartes. La modernidad empieza cuando las mujeres empezamos a usar escote.” Y dijo que en el infierno había más gente antes, cuando el vaticano no era tan claro con las leyes, pero que después se fueron muchos al cielo”. Se quedó media hora hablando y se fue porque yo tenía que seguir cocinando. El viejo con carreta desapareció y nunca más va a volver a aparecer porque lo encontraron muerto esta mañana, en la rotonda de entrada al pueblo. Se ve que tuvo un paro cardiorrespiratorio, salió en la radio de hoy. Según el informativo era de apellido Padilla”.


“Padilla”, le dije. “me crucé con ese viejo en una estación de servicio antes de ayer. Lo ayudé a arreglar la rueda del carro. El caballo era un zaino, de verdad”. Ella discutió que no, que alazán. El mono se entusiasmaba con la discusión, y puso punto final cuando confirmó que era zaino como yo decía. Claro que le tuvimos que explicar al mono la diferencia entre zaino y alazán. Le conté: “apenas se acercó a pedir ayuda se presentó. Padilla, dijo, y me indicó el carro. Entonces fui con el gato del camión que es único animal que el mono acepta, y levantamos el carro. Dijo algo como que estaba más pesado el carro de la muerte, y que el infierno estaba más lejos que la cordillera y más cerca que la cañasca.” Eso fue todo.


Quién sería este Padilla, no podemos saberlo. El mono quedó pensativo y después sugirió ir a dormir. Desde entonces siempre le pregunta a Penny si sabe algo más del caso Padilla. Pero no tuvimos avances en el asunto. El problema es que yo no le puedo contar a Mirta estas cosas. Me pediría el divorcio. Mirta no cree en estas cosas de espíritus, le gusta Marx. Y Groucho...





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