miércoles, febrero 07, 2007

compensaciones

nada más aburrido que la fecha FIFA.
nada más divertido que el sí de las niñas.



lo que te decía que Proust decía: cuando moja la magdalena puede recuperar una serie de recuerdos que le traen otros y así tan sucesivamente, tan detalladamente, tan exquisitamente, que termina por escribir 7 tomos de trescientas páginas cada tomo; de la misma manera, no tan misma pero parecida, me pasa, como contaba, que escucho una canción y viene... eso.


verano en miramar. la arena no es finita, no es como en el caribe, y lo digo sin haber estado nunca jamás en el caribe. pero tampoco es como la arena de mar del plata. es una arena más tranquila, una arena de bicicletas. en esa época era la ciudad de los niños, miramar. era la única ciudad en el mundo, todavía tan pequeño mundo, donde existían las camas elásticas, para poder saltar sin parar. después las inventaron en el resto del mundo, a medida que se iba agrandando. en esa época el mundo todavía era la pampa, una ruta que llevaba al mar y que se tardaba 1 día en recorrerla. y también en el mundo existían las montañas de las sierras de córdoba, o sea, unas montañas altísimas, y dos ciudades: bueno saires, con sus médicos y ortopedias, y rosario con un pedazo de familia y con médicos y ortopedias. las botitas prevenart son de esa época.
miramar era el mar, un departamento cerca del mar, y una pista de kartings para niños. en la playa había escolleras, con unas piedras inmensas, y ahi sí que el agua golpeaba y hacía un ruido genial. y entre las playas había una que estaba saliendo para mar del plata, que pertenecía al ACA, y esa era la mejor porque no sólo no tenía escollera, sino un montecito que estaba bueno para esconderse o perderse (depende las edades), y una montañita alta que terminaba en barranca contra la orilla del mar, tenía además como un arroyuelo que desembocaba en en agua salada, y ahi pescábamos cangrejos. es verdad que los cangrejos caminan hacia atrás, yo los conocí ahí, eran pequeños e inofensivos.
una vez por estadía salíamos a dar la vuelta en esa bicicleta que tiene 4 ruedas y asientos para todos. y nos dábamos una vuelta por la costanera. creo que ya había nacido mi amor hacia las sierras, no estaba del todo contento con el mar.
lo acepto, me divertía, no me faltaba la diversión. pertenezco a esa clase de gente que tuvo una infancia feliz, normal. me acuerdo que fue día de reyes, entonces, y mi trajo un casette. el primer casette mio: 20 éxitos de oro de los beatles. lo escuché hasta que pidió por favor que lo dejara tranquilo.
pero todo esto viene a caso porque una canción siempre puede refrescar la memoria de las cosas, y si uno quiere hasta puede profundizar. yo me acuerdo de ese verano, y de una playa en la que sonaba una canción todo el día, siempre la misma canción, durante horas, como si no existiera otra canción sobre la tierra, como si estuvieran practicando una hipnosis simultánea, donde todos los que están en la playa en ese momento se olvidarán de todo lo que pase hasta que escuchen de nuevo...



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