jueves, noviembre 30, 2006

la liebre y la tortuga

Debemos decir que es el año de las mascotas? Me tocó convivir con cleo y brigite y alfonso y la gorda luna. Me dieron gatos por liebre. Cleo era de esas que andan por las cornisas. Los que se caen son los que andan por la cornisa, dijo un amigo de un amigo. Cleo siempre se cae, y la rescatan siempre. Es una gata gris muy bonita, y es la más independiente del grupo de los cuatro gatos de la casa.


Hoy me desperté con courtney. Machacaba contra el piso las patitas, tiene las uñas largas. Levanté la cabeza y la vi trepando a una montaña hecha con bolsas de supermercado que contenían cajas de cd. Ayer también me despertó, caminaba por el departamento sin rumbo fijo, iba y venía dejando mierdita o hilitos de orina en el parqué. Es verdad, pensé, eso que dicen que las tortugas andan y andan y aunque van despacio tienen una constancia tan impresionante, tanto que me impresionó a mi mismo, que ya no me impresiona nada. Pero los animales me empiezan a querer y esto me empieza a preocupar. Yo no quiero a los animales, pero ellos hacen cosas que me hace apreciarlos. Digo. Que loco que una tortuga ande por un departamento tan así como así, digo. Y es una tortuga, con caparazón y todo, digo. Y se llama courtney. Por qué se llama courtney? Courtney es arco iris en quechua dice juan. Entonces debe ser curni. Me gusta. Lo más loco de tener una tortuga es algo que pensé inverosímil, como que no podía pasar y sin embargo me pasó ayer mismo. Me asomé a la ventana del departamento, que no está en un piso muy alto, y vi a una chica del edificio vecino, y aclaro: una chica que ya conocemos por su belleza que sabe desfilar en el barrio. En fin yo me asomé es verdad para ver a la chica y para ver si estaba tomando sol, en realidad era la hora de la siesta y las chicas hablaban bastante fuerte y se escuchaba el rumor ese cercano pero que todavía uno no puede distinguir todas las palabras o toda la conversación. Pero imaginé que estaría en bikini, y conociendo el candor de la joven (y teniendo en cuenta que son varias hermanas de similar candor) me asomé. Quedé paralizado al verla descender una escalera como yendo a buscar el mate, y detrás de ella una cosa blanca que me llenó de estupor. Era un conejo. Sí, lo vi saltar. Lo primero que pensé fue: que loco que haya a menos de veinte metros de distancia una tortuga y un conejo, en el medio de la ciudad. Es como traer a todo el mundo de esopo al barrio. Me encanta. Después me asusté un poco más. Pensé que ellos pueden tener idiomas en común y comunicarse durante el día diciéndose informaciones, y hasta pueden decirse cosas ofensivas. Los imaginé peleando como hinchas de cuadros de fútbol, y la tortuga diciéndole cosas del tipo “si pero quién ganó la carrerita eh, quién ganó…eh?” porque la tortuga del cuento era buena, e inocente, pero en la realidad a lo mejor son bastante guachas, son de esas que te lo refriegan de por vida. y a lo mejor, pensé, se hacen amigos o a lo mejor organizan la revolución. Lo que es peor, una revolución. Dónde iremos a parar, dije.


El último de los casos a describir es el del mejor amigo de hombre. Es desordenado, sucio, quilombero, ruidoso. Es grosero, y encima se escapa y hay que salir a buscarlo. Se llama teo y tiene seis o siete años, ya ni sé, porque la verdad es que no me importa. Me quiere, me ama. Cuando salgo al jardín viene y se pone en dos patas, es pintoresco verlo, con esas orejas grandes, porque es un cocker, color canela. Español. Y hay que cortarle el pelo este verano porque ya lo tiene muy largo. Pero es digno de ser observado, en el modo de correr reside toda su gracia. Corre de costado. El otro día yo iba al laboratorio de mi hermana y me siguió, y yendo juntos así entendí que al perro le gusta y que puede ser una cosa linda ir a pasear juntos. De dónde me vino esta idea? Me pregunté. Y dijo no, dije jamás. Odio a los perros, y ellos me aman, y me buscan, y quieren jugar conmigo. Qué tengo? Monos en la cara? Qué me vieron los perros? Para mí que huelen, es el olor. Una cosa que me exaspera son las mujeres que aman a los animales, y animal que viene o que va ellas les hacen morisquetas. No, digo para mis adentros, digo, son animales, son cosas loco, son… animales. No disfruto de la crueldad, no le presto atención. Y la crueldad de las palabras ellos no la entienden así que… nada.


Cuando era chico teníamos a pico y paco. Eran dos pollitos muy amarillitos. La memoria es traidora, cuando uno se aleja en el tiempo de las cosas la memoria hace un trabajo de resumen de las cosas, y ya no se puede revivir ni recordar todo y con fidelidad. Y pasa que uno dice “esto es digno de ser recordado” y presta toda la atención con la mayor concentración posible, pero no hay nada que hacerle, la memoria va a seleccionar una o dos partes del asunto y listo. Una o dos imágenes, un color, un sonido, un aroma. Recuerdo la jaulita que tenía pico y paco. Y recuerdo que eran pico y paco y en mi memoria se parecen más a esos patitos de goma que se meten en la bañera a los chicos, que dos pollos de verdad. Un día cocinaron pollo al horno, y dijeron que se habían ido volando y que ahora eran libres para siempre y que se habían ido a buscar a la mamá. Y yo creí en eso, fervientemente. Ahí se funda mi inocencia.
Después, mucho después, tuvimos un canario. Amarillo. Que cantaba. No recuerdo bien. Ese no era comestible. Y a ese no lo comimos seguramente porque lo enterré yo mismo, con mi papá. Cuando se murió lo encontramos helado en su jaulita de canarito. Y esa misma noche voló, muerto. Parece que tienen nervios en no sé dónde que después de la muerte se relajan y se activan y qué sé yo. Como un reflejo los pájaros vuelan. O a lo mejor estaba frío pero no estaba muerto. Pero si es seguro que al día siguiente lo enterramos.


De caballos no tengo mucho para decir, porque el caballo es muy grande para ser un animal para tener en una casa de ciudad. Antes la gente tenía caballos, pero ahora todos tienen automóviles, lo que resulta ser mucho mejor y más práctico. Nunca me caí de ningún caballo, pero es como si me hubiese caído. No les tengo miedo, pero es como ese animal que uno ve cada mucho mucho tiempo. No es una cosa de todos los días. No me importan. Pero si hubiese sido un cowboy, como billy the kid.

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