lunes, marzo 25, 2013

gambalunga

http://www.lacapital.com.ar/ovacion/La-periodista-rosarina-que-se-anima-a-posar-provocativa-y-a-decir-de-que-cuadro-es-hincha-20130324-0040.html


y también pienso que bendita eres
(tu voz es calidad informativa
y tu chispa locuaz es excesiva)
bella Alina, entre todas las mujeres

tus piernas de afrodita, tus poderes
(no creo que alejandro sobreviva)
tu concepción del fobal me cautiva,
queriendo darte todo lo que quieres.

tu subjuntivo puede a mi gerundio:
sueño tu boca decir soy canaya,
sueño que te comparto mi tesoro

en el gigante, nuestro latifundio;
dancemos en pelotas en la playa
envueltos en un trapo azul y oro.

domingo, marzo 24, 2013

milonga en 7

de a uno nos vamos
alto el fuego por favor
cuando hay que mirar atrás
siempre es un aplauso al asador

como el zorro por viejo
como el diablo en carnaval
algún pase llegará
las demás las veremos pasar

cuenta un cuento y ya vemos
que es la misma historia y otra vez
el secreto está en derivar
quién va ser el río, capitán

de a uno nos vamos
y ya se viene el amor
ese chico se durmió
cuántas veces quiso ser mayor

remolino bravo
tiene tierra el comedor
eso de salir a pie
arroja la piedra blanca flor

solo un cuento y volvemos
que es la misma historia y otra vez
el asunto está en derivar
quiero ser el río, capitán

viernes, marzo 22, 2013

der botoner

Tengo una botonera loca que se apreta sin parar. Tengo una botonera loca que me acciona y me hace ir y volver como un muñeco en un videojuegos. Hay botones por todas partes: toco el portero, llamo el ascensor, subo al quinto piso, paso al baño y uso el inodoro, pongo play y suena la música.
Suena la música y soy todo lo que soy. La música: mi único bálsamo contra el asedio de los botones. Siento que todos los botones me rodean, veo a una mujer y en su blusa resaltan dos botones, veo la puerta para escapar, es imposible, hay botones por donde quiera. Botones hasta para salir al balcón, si sólo pudiera volar. Pero este traje de superman no me convierte en superman, y los botones me asedian. Los botones de las bragueta de muchos pantalones son los que más me desesperan, por eso sólo puedo usar pantalones con cierres relámpago. Cierres relámpagos, los amo, son como superhéroes de verdad, relámpagos, yo soy un superman de mentira, ellos son de verdad, de verdad. Veo botones en las esquinas, veo botones en las escaleras, veo botones en las botonerías. Mi pesadilla es la esquina de rosario botón, san luis y entre ríos. Una vez dije la palabra botón, leyendo el cartel en voz alta, y recibí la amenaza decidida de un policía. Ahi descubrí que con la policía no se jode, no se debe joder con la policía, ellos son más fuertes y tienen arma. Y esto de ser superman es una ficción, ni soy superman, ni nada que se le parezca, y los policías lo saben. Los relámpagos lo saben y salen a ayudarme en mi tensión con los botones. Botones, usan botones los chicos para tirar con las gomeras, usan botones las enfermeras para abrochar a los pacientes en los sanatorios, botones botones, los supermercados están llenos de botones, la pesadilla del termo para cebar el mate, ese termo que tiene un botón inmenso que hay que apretar para que salga el agua. Son botones para apretar, botones para abrochar, botones para saltar. Botones para coser. Ya no uso más camisas, uso solamente este traje de superman, y un jean con cierre relámpago y una camiseta, porque superman no va por la calle vestido de superman, y aunque yo no sea un superman de verdad, tengo que hacer de cuenta que debo disimular aunque más no sea cuando voy por la calle. Voy como un verdadero superman por la calle, escondiendo mi traje de superman. Y podría serlo si no fuera porque no puedo volar, quisiera poder volar, pero eso no existe, eso es cuentito de historieta, la gente no vuela. Aunque pensandolo bien, los botones son como mi kriptonita, aunque peor, porque kriptonita había poca en el mundo, pero de botones está lleno.
Ahi está, por eso no puedo volar, porque hay más botones que criptonita.Claro, cómo iba a poder volar con tantos botones dando vueltas. Es imposible. Hay botones por todas partes y yo tengo un problema, me debilito con los botones y no puedo salvar a la viejita que está a punto de ser atropellada por el 110.
En un mundo sin botones volaría, volare volare volare. Mirna me dice que volar es robar, ella viene de monpelier. Volar y robar me hace pensar en pintar y besar. Nada que ver. Qué tiene que ver todo esto con los botones? todo, obvio. Imaginate, está lleno de botones, no puedo ni siquiera robar. Botones la policía, me pregunto cómo puede ser que la policía sea cómplice de tantos crímenes. ¿Acaso no son la ley? ¿Querrá decir que la ley es cómplice de tantos crímenes? Como sea, para abrir esas jaulas en las que meten presos a los ladrones de chucherías hay que apretar unos botones gigantes, y yo no quiero que me metan en jaulas, prefiero no volar. Porque parece que volar está mal, va en contra de la ley y del buen gusto popular. Entonces tengo que hacer de superman debilitado, solamente superman de traje de superman. Mi traje de superman es todo pegado al cuerpo, es un traje celestito con borletes rojos y amarillos Y la S de superman, como el de la película, es toda una S de superman. Y es bien pegado al cuerpo, porque arriba va la ropa de calle, invierno, verano, primavera, otoño. Deberían existir más estaciones para el año, deberían existir más climas para la ciudad. Voy por la calle vestido de calle, llego a enfrentarme con los botones, me pongo los guantes de latex para enfrentarme al mal, toco el quinto piso. Pido el ascensor, para eso no me saco los guantes. El ascensor es lúgubre, oscuro, de tres espejos. Una mujer que tuviera una blusa blanca se exitaría con tantos espejos, y dos botones aparecerían en un eterno viaje hasta el quinto. Pero el ascensor, si no se queda, siempre llega. Llamo a la puerta del departamento y me hacen pasar. Me están esperando. Me dejan pasar al baño, tengo que pasar por el baño un segundo. Tengo mi cierre relámpago en mi pantalón, pero lo mejor para orinar es mi traje de superman. Uso papel higiénico para tocar el botón de descarga del inodoro. Me guardo un pedacito de papel para ponerle play.
Mi traje de superman tiene velcro.

miércoles, marzo 20, 2013

fue un empate cuatro a cero

recuerdo que ganamos cuatro a cero
un clásico que en otro campeonato
se hizo una fiesta casi de inmediato
lo de ayer no fue menos verdadero

un empate para seguir primero
el canaya no arruga en el relato
nos comimos la racha con el gato
mejor así, lo pienso y considero

para que no relajen los muchachos
que faltan trece fechas todavía
punto por punto en total treintaynueve

que no se desconcentren esos guachos
no hay que alquilar aun la confitería
sabemos que cada dos por tres llueve

jueves, marzo 14, 2013

qué pasa general

¿qué pasa que central juega los lunes?
¿qué pasa con la hinchada del puntero?
¿acaso no vale nuestro dinero?
¿acaso no trabajan los comunes?

comparando el precio de los atunes
postergarse es ser un buen compañero
el primero el segundo y el tercero
lustran zapatos con otros betunes

el padre ignacio el papa y maradona
con messi, cristina y la zorraquieta
rezan por el final de la malaria

el canaya no está más en la lona
con pizzi vimos sólo la silueta
con russo ya atiende la secretaria


martes, marzo 05, 2013

cuando le dije que quería dedicarme de alguna manera a los libros, que era lo que me gustaba, me dijo, de memoria, una poesía. esta.

Marcos Rafael Blanco Belmonte


SEMBRANDO

 

De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol que nuestro cielo triunfante llena;
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena;
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.

Aún no se si era sabio, loco o prudente
aquel hombre que humilde traje vestía;
sólo sé que al mirarle toda la gente
con profundo respeto se descubría.
Y es que acaso su gesto severo y noble
a todos asombraba por lo arrogante:
¡hasta los leñadores mirando al roble
sienten las majestades de lo gigante!

Una tarde de otoño subí a la sierra
y al sembrador, sembrando, miré risueño;
¡desde que existen hombres sobre la tierra
nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise saber, curioso, lo que el demente
sembraba en la montaña sola y bravía;
el infeliz oyóme benignamente
y me dijo con honda melancolía:
—Siembro robles y pinos y sicomoros;
quiero llenar de frondas esta ladera,
quiero que otros disfruten de los tesoros
que darán estas plantas cuando yo muera.

—¿Por qué tantos afanes en la jornada
sin buscar recompensa?— dije. Y el loco
murmuró, con las manos sobre la azada:
—«Acaso tú imagines que me equivoco;
acaso, por ser niño, te asombre mucho
el soberano impulso que mi alma enciende;
por los que no trabajan, trabajo y lucho;
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!

»Hoy es el egoísmo torpe maestro
a quien rendimos culto de varios modos:
si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro.
¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!
En la propia miseria los ojos fijos,
buscamos las riquezas que nos convienen
y todo lo arrostramos por nuestros hijos.
¿Es que los demás padres hijos no tienen?...
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
y, en las guerras brutales con sed de robo,
hay siempre un fratricida dentro del hombre,
y el hombre para el hombre siempre es un lobo.

»Por eso cuando al mundo, triste, contemplo,
yo me afano y me impongo ruda tarea
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo
aunque pobre y humilde parezca y sea.
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales.
Hay que ser como el agua que va serena
brindando al mundo entero frescos raudales.
Hay que imitar al viento, que siembra flores
lo mismo en la montaña que en la llanura,
y hay que vivir la vida sembrando amores,
con la vista y el alma siempre en la altura».

Dijo el loco, y con noble melancolía
por las breñas del monte siguió trepando,
y al perderse en las sombras, aún repetía:
—«¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!...»