sábado, octubre 31, 2009

Fuentes bibliográficas

origen:http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=33219
Por: Lisandro Farías para Crítica Digital


Fernando Signorini vio el libro sobre la mesa. En el otoño catalán de 1983, la casa del barrio Pedralbes sólo era silencio. Diego Maradona reposaba junto a su familia, recuperándose de una operación de tobillo. Andoni Goikoetxea, defensor del Athletic de Bilbao, lo había mandado al hospital de una patada tan brutal que hasta hoy es inolvidable. Signorini acarició la tapa, husmeó entre las hojas y olfateó ese aroma encantador que produce el entrevero entre la tinta y el papel. Ya no recuerda cuál era el título de lo que tenía entre sus manos –tal vez ni siquiera importe– pero aún conserva como un hecho extático la dedicatoria del técnico vasco Xabier Azkargorta.–Decía algo así como que no tenía que entregarse, que había que pelear. Y yo creí que era buena idea eso de darle fuerza, regalarle un libro.Signorini acompaña a Maradona desde aquellos días en Barcelona. Lo siguió como preparador físico por todas partes, incluso durante los mundiales. Y ahora, en la Selección argentina, con Diego como director técnico. En los más de 25 años que caminó a su lado, no sólo trabajó en su puesta a punto. También llevó a la práctica su idea, inspirada en la dedicatoria de Azkargorta, surgida del silencio de Pedralbes: regalarle libros al Diez. Lo hizo con frecuencia, buscando los títulos para cada momento, espacio y estados de ánimo. –Me gusta regalarles libros a los amigos, porque además me encantan los buenos libros como las buenas mujeres.Dice Signorini, nacido y crecido en Lincoln, amante y poeta, futbolero y folclorista hasta el tuétano, convertido, por propia voluntad, en el hacedor de la biblioteca de Maradona. –Diego, probablemente, lee dos páginas y luego deja el libro hasta que, después de unos meses, lo vuelve a agarrar. Pero si así fueran dos líneas las que leyera, yo me doy por cumplido –se entusiasma Signorini.En los 80, cuando Maradona visitó Cuba por primera vez, Fidel Castro le entregó una buena cantidad de textos sobre la isla, la Revolución y Ernesto “Che” Guevara. Lo mismo hicieron los periodistas Carlos Bonelli y Pablo Llonto, quienes fueron el nexo para aquel viaje. Llonto, que además es abogado, cuenta que cuando Maradona comenzó a idear el sindicato de los futbolistas le pidió material para estudiar. Entonces, le alcanzó algunos estatutos de asociaciones sindicales para que Diego iniciara con más armas su militancia.–Nunca supe si realmente los leyó, pero en esa época, mediados de los 90, hablábamos bastante del tema –dice Llonto.Signorini fue uno de los que acompañó a Maradona en su visita a Cuba. A la vuelta, le regaló biografías del Che y varios libros más, entre ellos, Un grano de maíz: conversaciones con Fidel, de Tomás Borge. Quienes conocen la amistad entre ambos cuentan que Maradona, además de quererlo, lo respeta mucho. Y lo escucha: cuando Diego desafía al Papa, abraza a Fidel, arma el sindicato, se tatúa la cara del Che y tiene arranques por izquierda, algunos no tan públicos, puede verse algo de Signorini, que lo vincula, en realidad, con el origen de clase de Maradona, la misma causa que generó la reacción a sus exabruptos montevideanos.–Diego nació en Villa Fiorito, y él se siente parte del pueblo que sufre el hambre y la injusticia.Una noche, hablando del Che, Signorini opinó que el rosarino se había suicidado metiéndose, él con su asma, en la selva boliviana. Maradona lo escuchaba atento, hasta que largó un comentario.–¿Sabés? Yo me hubiera ido con él igual.Signorini sintió que Diego sabía de qué hablaba porque había leído. –Si él tuviera que cambiar su vida por otra, por la única que lo haría sería por la del Che –imagina el preparador físico, que en sus regalos iniciales incluyó textos de lectura más sencilla: Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, y El Principito, de Antoine de Saint-Exupery. Siguió con una novela de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Y en el medio siempre hubo libros de fútbol. Años atrás, volvían de una pretemporada con el Napoli. Maradona manejaba desde el norte de Italia hacia su casa. Claudia iba sentada a su lado. Signorini estaba acurrucado en el asiento de atrás, en silencio, casi escondido detrás de un libro. Nadie decía una palabra. Hasta que Diego, concentrado en el camino que tenía por delante, rompió el silencio.–Che, Claudia, ¿qué hace el Ciego?–Está leyendo.–Ciego, ¿qué leés?El Ciego estiró el brazo, lo pasó por arriba de los hombros del conductor y puso el libro frente a los ojos oscuros: Fútbol sin trampas, de César Luis Menotti. Maradona estaba distanciado de su ex técnico en el Barcelona y la Selección.–Tengo que reconocer que, a pesar de todo, es el mejor.Signorini, el Ciego, le regaló el libro.En los últimos tiempos, como preparador físico de la Selección, el profe comenzó a acercar dos orillas. Le regaló a Diego Espejos: una historia casi universal y El libro de los abrazos. Antes, ya le había dado Fútbol a sol y sombra. Tres libros del uruguayo Eduardo Galeano. A Maradona le gustaron.– Son textos cortos, que puede leer cada tanto, cuando tenga ganas. Y a Diego, Galeano le parece, no sé, excepcional.Dice Signorini buscando, quizá, otra palabra que ni siquiera exista. Desde ahí, construyó un puente sobre el Río de la Plata para que Maradona y el escritor uruguayo pudieran sentarse, frente a frente, a charlar de lo que quisieran. La idea era concretar el encuentro para cuando la Selección viajara a Montevideo a jugar ante Uruguay. No pudo ser. Galeano, por esos días, estaba en España, donde, entre tantos homenajes, recibió la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid y el Premio Amigo de los Niños de Save the Children. Como una paradoja de esta historia, el mismísimo Maradona tiene en dos de esos libros –como en tantos– un capítulo para él. “Ningún futbolista consagrado –escribe Galeano en Espejos– había denunciado sin pelos en la lengua a los amos del negocio del fútbol. Fue el deportista más famoso y más popular de todos los tiempos quien rompió lanzas en defensa de los jugadores que no eran famosos ni populares. Este ídolo generoso y solidario había sido capaz de cometer, en apenas cinco minutos, los dos goles más contradictorios de toda la historia del fútbol. Sus devotos lo veneraban por los dos: no sólo era digno de admiración el gol del artista, bordado por las diabluras de sus piernas, sino también, y quizá más, el gol del ladrón, que su mano robó”.–La lectura también ayuda a prepararse para la derrota, que es una de las alternativas de la competencia. Porque cuando uno lee, el miedo a quedar expuesto se disipa. Yo, por ejemplo, con la poesía logro evadirme –cuenta Signorini, que espera ansioso el día en que Galeano y Maradona se crucen en un abrazo. –Tengo la esperanza de que se va a producir. ¿Vos leíste Las venas abiertas de América Latina? ¡Qué libro maravilloso!Quizá, en poco tiempo, también se lo regale al Diego. Signorini, el gran divulgadorGonzalo Higuaín caminaba por el complejo de Ezeiza con un libro en la mano, Hagan juego, de Ángel Cappa. Eran los días previos a los partidos ante Perú y Uruguay. Ángela Lerena, la cronista de Critica de la Argentina que estaba en el entrenamiento, le preguntó de dónde lo había sacado.–El profe me lo regaló –respondió Pipita–. Con Ángel he hecho una entrevista, me parece un buen señor.–¿Lo vas a leer?–Sí, obvio.Signorini también lleva la costumbre de los libros a los futbolistas de la Selección. “Es un aporte, un poco para que algunos dejen la PlayStation. Y además intento meterles una basurita en el ojo”, explica el preparador físico. A Carlos Tevez le regaló Las fuerzas morales, obra emblemática de José Ingenieros. Días después, en Ezeiza, se alegró al verlo llevar el libro con él. Porque no sólo de fútbol se habla en esas largas charlas de concentraciones. Una noche, Signorini se trenzó en una discusión sobre la existencia de Dios con Gabriel Heinze y Javier Mascherano. Fueron horas en las que el profe, como lo llaman todos, les habló de su ateísmo, las injusticias de este mundo, la hipocresía de la Iglesia. –Eso es cosa de los hombres, fueron ellos los que hicieron el daño –intentó Heinze, en defensa de Dios.No hubo caso. Signorini insistió pero se hizo tarde. A los pocos días, Heinze y Mascherano tenían algo para leer: Por qué no soy cristiano, de Bertrand Russell, que de Jesús y el Infierno escribió: “Ninguna persona que sea profundamente humana puede creer en un castigo eterno”.El preparador físico no detiene su labor difusora de libros: “Ahora preparé un tríptico para los muchachos –dice Signorini– les voy a dar ¿Y el fútbol dónde está? (Ángel Cappa), Fútbol sin trampa (César Luis Menotti) y Me gusta el fútbol (Johan Cruyff)”.Toda una transmisión de ideas.Una lectura de los clásicos látinosSi bien Signorini no ha dicho nada al respecto y Maradona mantiene un silencio piadoso alrededor del tema, parecería ser que el Diego leyó al historiador romano Cayo Salustio Crispo. La sospecha nace de la relectura de un texto de este discípulo del griego Tucídides. Se trata de Bellum Caesarium (Las Guerras del César) donde el siempre puntilloso Cayo Salustio Crispo describe los desencuentros de Julio César con el senado romano. En uno de los momentos culminantes de esta obra histórica, Gayo Salustio muestra a un Julio César exultante tras la victoria sobre Vercingetorix en las Galias. Mirando hacia el sur, el César declama: “Los del Senado, que la sigan chupando”. Cayo Salustio nada dice de la respuesta senatorial aunque es posible suponer que las palabras del César no cayeron muy bien. Obviamente, Maradona intentó hacer un paralelismo de carácter intertextual con el líder romano que los periodistas deportivos no supieron o no quisieron captar en su habitual desinterés por los textos clásicos del período latino. Lo dicho: “Continuatum chupandus est”.

viernes, octubre 23, 2009

Noticias de la muerte

Apocalípticas, amigos. En los diarios se habla ya como un hecho que va a suceder la semana que viene: las inundaciones, el calor, incendios a diestra y siniestra. El diablo va a subir a la faz de la tierra y se va a cagar de risa de todos nosotros, y de Dios, que va a estar sufriendo por todos sus amados hijos, condenados a este horrible final.
El clima mundial no da para más. Políticamente nos vamos al carajo, anuncian los diarios del mundo, creyendo tocar techo lingüístico en anuncios catastróficos. ¿Qué inventarán después? Algo. Siempre hay más. Pero de todas maneras, gracias muchachos por los esfuerzos, gracias por intentarlo cada día.

El mundo es una bomba de tiempo: y qué detalle, todo lo que tiene tiempo es una bomba. Es una cuenta regresiva mayúscula, pero que algún día tocará a su fin. Salgo un minuto de la página, voy al baño, y este momento escatológico también habla del final, del fin de los tiempos. El mundo como lo conocemos ya no existe, mañana despertaremos y será otra cosa. Es ahora, en un par de añitos: para los creyentes de los mayas quedan menos de mil días... una ganga...

qué te compraste? Un jarrón.
Nos vamos al carajo y yo tengo un plan, dirán macabro dirán sueco, pero muchos de ustedes, lo sé, me van a seguir. Vamos a organizar un final como corresponde, un final feliz. Con orgía, comilona y muerte, como debe ser. Un final como el de los elfos en el señor de los anillos que se suben a un barco que los lleva a ese lugar, al no lugar de marc augé.
Sí, por qué no? vamos todos a la terminal de colectivos y nos ponemos en pelotas mientras le morfamos el pochoclo al pochoclero y el chipá al chipacista, propondrá fácilmente algún desubicado. Y después hacemos explotar una bomba y nos morimos todos, y eso es la felicidad, o un final feliz.
No amigos, lo mismo pensaron los que estaban en las torres gemelas aquel día, y ni siquiera llegaron a robarle el pancho al panchero, aunque sí es cierto que más de una secretaria estaba en su mejor momento.

Pero no, primero debemos construir el mito, darle una vida para que quede algo, una marca. Para que sepan la forma de tu alma, diría luis albert. Yo propongo que raptemos uno de esos barcos cargueros que surcan el paraná llevándose los cereales. lo llenamos de mercadería que previamente chorearemos en el coto y el la gallega porque con un solo super no nos va a alcanzar. transformamos todos los conteiners en refrigeradores y los llenamos de vacas y cosas del super como para que doscientas personas se alimenten durante un mes. y una vez arriba de la nave, unas cincuenta personas, salimos de viaje apuntandole a alta mar. una vez fuera de la plataforma continental armamos la orgía que debería durar entre 6 y 8 horas; va a ser una prueba piloto. después avanzamos contra las ballenas. Las juntamos a todas en un rincón del mar y les decimos claramente nuestro mensaje de paz. Y ahi nos vamos las ballenas y nosotros y nos instalamos en las islas malvinas, hasta que las ballenas se sientan como en su casa. Cuando esto sea así, nos subimos otra vez al barco, y navegamos hasta hundirnos en las profundidades del océano, a lo titanic, chupando morfando y fumando hasta reventar.

río mío

jueves, octubre 22, 2009

La recuperación de una identidad







Por Sonia Tessa
Sabrina Gullino es hija de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, que estuvieron secuestrados en la Quinta de Funes y están desaparecidos. Adoptada de buena fe y de manera legal, las sospechas surgidas de su fecha de nacimiento siempre "quedaron pendientes". El año pasado, en noviembre, supo quién era. El relato de la recuperación de su identidad ayer ante el Tribunal Oral Federal número 1 fue conmovedor, y cerró con una apelación muy directa: "Quería pedirles a ustedes, a la Justicia, que encuentren a mi hermano mellizo. Porque él sigue estando desaparecido. Y las personas responsables de los hechos que aquí se investigan, también lo son por su desaparición". Sabrina nació en el hospital Militar de Paraná, adonde su madre fue llevada para dar a luz, estando secuestrada. "La fecha de nacimiento no la sé", dijo cuando la presidenta del Tribunal, Beatriz Barabani, le preguntó sus datos. "Algunos testimonios calculan que nací entre el 3 y el 4 de marzo de 1978", agregó la joven.
Ayer testimoniaron tres hijos de desaparecidos en el juicio a represores: Sabrina y su hermano Sebastián Alvarez, hijo de Negro con Marcelino Alvarez, declararon por la mañana. Cuando ellos entraron a la sala de Audiencias, el público se puso de pie. Y cuando Sabrina terminó de dar testimonio, fue ovacionada al grito de "Compañeros desaparecidos, presentes". Por la tarde lo hizo Pablo del Rosso, hijo de Stella Hillbrand, que también pasó por el centro clandestino de detención Quinta de Funes y continúa desaparecida.
La trama que permitió saber dónde habían nacido los mellizos de Raquel Negro terminó de conocerse por la declaración de Eduardo "Tucu" Costanzo, quien dijo en una nota realizada por José Maggi en Rosario/12 que la melliza había sido llevada en auto por Amelong y Pagano a un convento de Rosario. Cuando leyó la nota, la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo (y también querellante en la causa Guerrieri como abogada de Hijos), Ana Claudia Oberlin, presentó un escrito ante la Justicia Federal de Paraná para indicar que ese lugar podría ser el Hogar del Huérfano de Rosario. Esa fue una pista fundamental.
Según Costanzo, el mellizo varón nació muerto, pero los testimonios de enfermeros indicaron que había nacido vivo, con problemas cardiorrespiratorios. "Para los Valenzuela (los hermanos de Tulio), está vivo. Y eso impulsa a buscarlo", dijo Sabrina ante el Tribunal. Su hermano Sebastián -que declaró primero había contado que las enfermeras pudieron ver a los mellizos, pero no así a su madre, que estaba encapuchada.
En la clínica, las enfermeras les pusieron Soledad a la niña y Facundo al niño. Los bebes estuvieron sin asistencia durante toda la noche. "No sé qué hubiera pasado si nos hubieran atendido", se preguntó ayer la joven. A la mañana siguiente fueron derivados a una clínica de neonatología, donde su hermano fue ingresado como NN. No se sabe si allí falleció. Aunque Sabrina dijo haber tenido tres nombres durante su vida, en realidad tuvo cuatro. El primero fue el que pensaron para ella sus padres, Tulio y Raquel, que no conoce. En el hospital le pusieron Soledad. Luego, en el hogar del Huérfano de Rosario -adonde apareció abandonada la nombraron Andrea. Y sus padres adoptivos la llamaron del modo que conoció toda su vida.
La joven fue meticulosa en su relato, al que dividió en dos partes. Por un lado, habló de sus padres adoptivos, Raúl Gullino y Susana Scola, quienes le contaron desde que era chiquita su condición de adoptada. "Cuando fui a la Facultad y comencé a conocer la historia empecé a dudar un poco, por la fecha de mi nacimiento, si sería hija de desaparecidos. Pero no había nada oscuro en mi adopción. Cuando preguntaba quién había sido el abogado, mi papá me lo decía. Ellos no tenían vinculación con militares ni con gente de poder, así que fueron pasando los años y eso quedó pendiente", relató la joven, quien confesó: "A veces me pregunto por qué demoré tanto en hacerme el ADN".
El año pasado se fue a vivir sola. "Decidí sacarme el pasaporte y hacerme el ADN", siguió. Recurrió a un amigo que la contactó con el representante de Abuelas de Plaza de Mayo en Rosario, y concertó una entrevista para la semana siguiente. Pero ese domingo, Sabrina viajó a Ramallo a visitar a sus padres. Cuando estaba allí, llegó un oficial de justicia que entregó una citación al Juzgado Federal de Paraná en el marco de la causa Trimarco (el nombre del interventor militar de Entre Ríos durante la dictadura). La invadió la incertidumbre. Cuando supo que podía tratarse de narcotráfico o desaparición de personas, recurrió a su sentido del humor. "Papá, no habrás vendido merca", le dijo. Luego, buscó en Internet y supo de qué se trataba la causa Trimarco. Desde ese momento, comenzaron las preguntas a sus padres. Ellos aseguraban que la adopción era legal. "Si me dicen la verdad ahora, los voy a acompañar, pero si me entero por el juez, no les voy a hablar nunca más", dijo Sabrina.
Los Gullino fueron a Paraná a presentarse ante la jueza Myriam Galizzi el martes siguiente. Antes de partir, le contaron a la niña que ella había sido abandonada en el hogar del huérfano, y que tenía 40 días -según los cálculos del pediatra cuando el juez de Menores de Rosario se las entregó. Por eso, ellos calcularon que había nacido el 29 de febrero, y decidieron anotarla el 27 de ese mes. Nunca le habían dicho que había sido abandonada para protegerla. Le aclararon también que jamás sospecharon que fuera hija de desaparecidos ya que pensaban que esos bebés se entregaban a través de militares.
Así llegaron al Juzgado. El padre llevaba el expediente de adopción legal en la mano. Tanto el personal del Juzgado como los abogados estaban conmovidos ante la posible presencia de la niña que tanto habían buscado. En la audiencia de ayer, Sabrina agradeció el testimonio de las enfermeras, tanto como la actitud del personal del juzgado y la jueza de Paraná. El ADN confirmó que ella era la beba que había nacido en el hospital Militar.
Su hermano, Sebastián Alvarez, fue el encargado de relatar que había sido secuestrado junto a su madre, Raquel Negro y a Tulio Valenzuela el 2 de enero de 1978, en Mar del Plata. Luego fue recuperado por sus abuelos. Sebastián buscó durante años a sus hermanos. Cuando supo que Negro había dado a luz en Paraná, decidió querellar allí. Recién a fines de 2008 pudo reencontrarse con Sabrina. "Es muy fuerte que mis abuelos no puedan estar acá, que no hayan conocido a Sabrina, que la Justicia haya tardado tanto tiempo", dijo el joven, que tenía un año y medio cuando fue secuestrado junto a su madre.


Sabri y Sebastián abrazan a Héctor Rufino Valenzuela. Su libro "Mate con cuero" acaba de ser editado por El ombú bonsai.





miércoles, octubre 21, 2009

Dolina

En su programa 'La venganza será terrible', Alejandro Dolina aprovechó un mensaje de una oyente para bancar a Diego y darle duro a los “cipayos provincianos” que se quejaron por lo “mal que nos hizo quedar ante la prensa mundial”.Una oyente dice: "Estimado Dolina, ¿ya no defiende más a Maradona? ¿O acaso ya no hay ningún Sargento Cruz? Vea: Ud. ayudó a alimentar al monstruo que tan bien nos hace quedar ante la prensa mundial. Cordialmente. Ingrid Hammer"."Mi respuesta es SÍ. Yo he resuelto -después de un extravío- bancar a Maradona en esto. ¿Sabe por qué? Por personas como usted. La indignación burguesa que sucedió al exabrupto de Maradona fue totalmente patética y asqueante. Un mundo totalmente hipócrita, el mundo de la radio, donde se escucha eso mismo que Diego dijo bajo emoción violenta, pero libreteado (y en la televisión ni hablemos), ese mundo se indignó. Esos tipos se indignaron. Y esa indignación burguesa me hace ponerme inmediatamente en la vereda de enfrente.Y lo que un tipo dijo, obnubilado por el momento, por la emoción, por su propia historia, y por su propia condición, después fue repetido ad nauseam por todos los noticieros, con subrayados, subtitulados, duplicaciones, ampliaciones y circulación por Internet, por tipos que no estaban ni obnubilados, ni en estado de emoción violenta, ni perturbados por ninguna cosa, sino que lo planearon diecinueve mil veces. Esos tipos ahora se ponen en la superioridad moral de preguntarme a mí si lo defiendo a Maradona. Bueno, sí, lo defiendo. Si es contra ustedes, lo defiendo. Lo defiendo totalmente.Y eso de "que tan bien nos hace quedar ante la prensa mundial"... ¡Cipayos provincianos que quieren quedar bien con sus supuestos amos europeos! ¡Yo no tengo ningún interés en quedar bien ante la prensa mundial! ¡No es ésa nuestra obligación! ¿Qué tenemos que quedar bien ante nadie? ¿Ante quiénes? ¿Ante gobiernos que aniquilan a sus enemigos? ¿Ante quién tenemos que quedar bien? ¿Dónde esta la Fiscalía del Universo? ¿Dónde está la reserva moral de la Humanidad? ¿En Estados Unidos? ¿En Europa? ¡Déjeme que me muera de risa, Ingrid Hammer!Y otra cosa: muchas veces, pero muchas, en los medios se dicen cosas muy interesantes. Yo he escuchado casi revelaciones, a veces, dichas por tipos a los que yo admiro mucho. A veces son intelectuales, como, no sé, el finado Casullo, o Dubati, o José Pablo Feinmann, tipos que realmente tienen un pensamiento interesante. Otras veces son artistas, o incluso locutores, del calibre de Larrea, o de Carrizo, tipos que por ahí dicen cosas que te hacen decir "pero mirá que bien pensó éste". Bueno, a esos NUNCA, nunca los vi duplicados en los noticieros, con subtitulados y subrayados. No los vi nunca porque a esta gente no le interesa el pensamiento ni la inteligencia, le interesa la BASURA. Y entonces Maradona dice esto y ellos lo repiten ciento diez mil veces. Eso es un asco.Así que ¿a qué jugamos? ¿Qué es esto? ¿Qué es esto de indignarse, de enojarse y de sorprenderse? Lo dice un Senador de la Nación, y es un piola. Lo dice Maradona, y aparece todo el racismo, todo el desprecio por los pobres, aparecen los de siempre, los muchachos de siempre, a indignarse: ¡oh, la cultura! ¡Nuestro embajador! ¿Qué embajador? Es Diego Maradona, viejo. Los que tienen que ser cultos son ustedes, no él. Él tiene que dirigir la Selección de Fútbol, y si lo eligieron a él, bueno, es ése, y no Pancho Ibáñez. Así que sí, lo defiendo a Maradona. Ante usted lo voy a defender siempre".

jueves, octubre 15, 2009

Subjuntivo